Por la época de los sesenta ya se decía que “el turismo es un gran invento”. Aquella España de entonces empezó a abrir los ojos a la llegada de un desarrollo social y cultural. A día de hoy nos seguimos preparando para una masiva llegada de turismo y, sin duda, nuestro sector se verá un tanto beneficiado de ello.
Desde hace algún tiempo,el turismo es el principal motor del desarrollo de este país y lo que nos permite crecer por encima del resto de los europeos. Si la hostelería es la gran beneficiada, la joyería-relojería no se queda atrás.
Si hace poco tiempo teníamos cierto optimismo con la llegada de turistas, ahora debemos estar preparados para atenderles, ya sea con renovación de escaparates, piezas actuales y frescas y, una vez más, con unos empleados cualificados y bien formados. Todo contribuye al éxito de la llegada de estos turistas, cada vez más exigentes .
Nuestro sector tiene que avanzar hacia un modelo menos polarizado en los grandes destinos urbanos y costeros. El turismo de hoy busca autenticidad, conexión con el entorno y opciones respetuosas, y abre oportunidades hacia lo rural.
Debemos pensar en crecer, pero no solo en lo más, si no en lo mejor. Hay que prepararse y tratar de alargar las temporadas y reforzarnos como motor de continuo desarrollo.
La automatización y la IA nos permiten afrontar muchos más retos ya sea en la falta de personal, eficacia operativa o en el control de márgenes.
Nuestro comercio se instaló en un modelo híbrido (tienda física, online), respondiendo así a las exigencias emocionales del cliente.
Las tiendas del futuro han de ser capaces de tener una estructura tecnológica integrada, con capacidad de informar, automatizada, personalizada y con procesos perfectamente conectados.
No valen solo las compras para hacer escaparate, sino comprar el producto que el cliente está esperando y demandando.
La tienda ha de saber adaptarse y beneficiarse de la proximidad y ser como los camaleones que saben adaptarse al entorno en cada momento.
La proximidad es un modelo de futuro, pero el proveedor ha de ser el compañero que aporte soluciones y productos adecuados al nuevo consumidor. Hay que crear proyectos que se complementen y encajen en líneas estratégicas comunes.
En España tenemos un cóctel que el resto de Europa no tiene. Una gran cantidad de establecimientos familiares y la influencia del turismo que genera necesidades diferentes: suministros pequeños, pero intensos. Estamos diariamente aprendiendo a gestionar esto. Las tiendas son personas y sin personas no hay establecimientos.
Prestigiemos y atraigamos talento a nuestras tiendas con personal que sepa atender, tenga un trato exquisito, esté bien formado en el producto que vende y sea capaz de añadir un buen trato para aumentar la frecuencia de visitas, gasto medio y fidelice al cliente. Los dependientes han de ser capaces de generar atractivo y transformar el futuro económico y social.
Si hay un sector que debe saber adaptarse, el joyero ha de dar ejemplo. Sigamos trabajando en la digitalización, la tecnología, la sostenibilidad y la creación de experiencias. Esto es clave para conseguir nuestros planes.
Debemos adaptarnos al nuevo consumidor que valora cada vez más la conveniencia, la calidad y una extraordinaria relación calidad-precio.
Nuestro sector tiene un gran futuro, cada vez más profesionalizado y cada día más respetado, y con el aumento de presencia digital sus posibilidades se verán multiplicadas.
Seamos el espejo en que se miren otros sectores y que todo lo que hagamos tenga sentido y deje huella. Hagamos como primer objetivo de nuestra profesión que el cliente se vaya contento. Lo mismo que sucede con el arte, “cura el alma”.
Debemos ser superanalógicos, porque la tecnología es útil pero muy fugaz y nos quita tiempo para la reflexión.
Debemos apostar por mejorar la experiencia de compra, formar el personal sobre todo de venta y luego utilizar herramientas digitales para conectar con nuevos clientes.
Hay dos objetivos claves. Conseguir que el cliente vuelva y la captación de nuevo cliente, y para ello es necesario poner al cliente en el centro de todas las decisiones y escucharlo incluso en lo que nunca hubiéramos querido oír.
No podemos permitirnos un cliente infeliz e insatisfecho. Sepamos que el cliente es cada vez más exigente e implacable con el nivel de atención y amabilidad; cuando sale de casa va a divertirse y sentirse bien tratado. No lo olvidemos nunca.