Vacheron Constantin abre un nuevo capítulo en la serie de relojes de Alta Joyería que ha evolucionado a lo largo de cuatro décadas, desde el Kallista de 1979, con tres nuevas y deslumbrantes interpretaciones de Grand Lady Kalla, un diseño que hizo su debut en 2024. Ahora, la Maison añade piedras de color a este modelo: cuatro gemas completamente engastadas hacen que el tiempo sea transformable, dede un reloj de pulsera hasta un collar.
Desde sus primeros pasos en el siglo XIX, Vacheron Constantin ha mantenido un lazo profundo con el universo femenino. La Maison ginebrina no solo ha creado relojes, sino auténticas obras de arte que celebran la feminidad a través del savoir-faire más refinado: engastes de piedras preciosas, esmaltes minuciosos, grabados a mano y técnicas de guilloché que son ya parte de su lenguaje estético.
La primera pieza femenina engastada que se conserva en sus archivos data de 1812, y a ella le seguirían creaciones tan singulares como un reloj de 1924, decorado con gemas multicolor y capaz de transformarse de colgante a broche. Durante las épocas del Art Nouveau y el Art Déco, la firma vivió una auténtica edad dorada en el diseño de relojes joya, adaptándose con naturalidad a las transformaciones sociales del siglo XX y XXI.

El nacimiento de un icono: la saga Kalla
En 1979, Vacheron Constantin presentó una creación que marcaría un antes y un después: el Kallista, una pieza de audacia sin precedentes diseñada por Raymond Moretti. Tallada en un solo bloque de oro macizo de 18 quilates y engastada con 130 quilates de diamantes, la obra redefinió los límites entre joyería y relojería. Un año después, llegaría Lady Kalla, esculpido también en oro amarillo de 18 quilates y engastado con 108 diamantes talla esmeralda. Su éxito fue tal que dio origen a toda una dinastía: Miss Kalla, Queen Kalla, King Kalla, Duchesse Kalla…, una familia de piezas únicas que fusionan el arte del tiempo con el resplandor de las gemas.
En 2001, el Lady Kalla con pulsera de satén conquistó el premio al Reloj Joya en la primera edición del Gran Premio de Relojería de Ginebra (GPHG), consolidando su estatus como icono de la Alta Joyería. En 2010, la Maison celebró su 30º aniversario con el Lady Kalla Flame, introduciendo la talla “flamme”, un corte patentado por Vacheron Constantin y reconocido por el GIA.
El más reciente capítulo de esta saga llegó en 2024 con el Grand Lady Kalla, una obra maestra que une diamantes, perlas Akoya y ónix negro en un diseño que trasciende la relojería para convertirse en escultura.

Tres nuevas versiones creativas encarnan el tiempo
El Grand Lady Kalla rinde homenaje al Art Déco a través de sus líneas rectilíneas, su geometría precisa y su composición modular. Lo hace a través de tres modelos: Grand Lady Kalla – Zafiro: en oro blanco de 18 quilates, engastado con 49,72 quilates de zafiros, acompañado de calcedonia azul y perlas Akoya; el Grand Lady Kalla – Rubí: también en oro blanco, con 49,85 quilates de rubíes, calcedonia rosa y perlas Akoya y el Grand Lady Kalla – Esmeralda: en platino 950, con 35,72 quilates de esmeraldas y detalles en crisoprasa pulida.
El brazalete tipo rivière incluye 103 diamantes y una hilera central de ocho gemas de color. En el reloj, la esfera engastada se rodea de piedras talla esmeralda que dialogan con el brillo de diez diamantes del mismo corte. Cada piedra de color cuenta con certificación SSEF, garantizando su pureza y procedencia.

El collar largo, de 85 centímetros, combina la redondez de 112 perlas Akoya con cuentas de gemas pulidas, terminando en una borla que refuerza su espíritu joyero.
El secreto de su magnetismo reside en los juegos de luz. La talla esmeralda, elegida tanto para diamantes como para gemas de color, acentúa la arquitectura lineal del diseño y ofrece destellos profundos y serenos. En contraste, el corte pan de azúcar del motivo central crea un efecto hipnótico: la luz se desliza por la superficie abombada y penetra en la piedra, revelando su interior como una ventana de color y profundidad.
Cada garra del engaste tiene la forma de una rama de la Cruz de Malta, emblema de la Maison. Un detalle apenas perceptible que demuestra hasta qué punto la perfección se esconde en lo invisible.
“Los diamantes y las piedras preciosas de color ya no se utilizaban únicamente para resaltar la curva de un bisel, o un motivo grabado o esmaltado. En los relojes joya creados por la Maison desde la década de 1920, las piedras preciosas constituyeron una parte integral del diseño. Las cajas se convirtieron en lo más discretas posible para ofrecer un fondo que permitiera a las gemas majestuosamente engastadas mostrar todo su brillo. La línea Kalla pertenece claramente a esta celebración de las piedras preciosas“, afirma Sandrine Donguy, directora de producto de innovación.
Una joya, cuatro formas de llevarla
El Grand Lady Kalla responde al deseo contemporáneo por la versatilidad del lujo. Su diseño modular permite lucirlo de cuatro maneras distintas: como reloj de pulsera, collar largo, gargantilla o pieza central de joyería. Los mecanismos de anclaje ocultos facilitan el cambio sin herramientas, en un gesto tan intuitivo como elegante.
El conjunto se presenta en una caja artesanal acompañada de un gouache original del diseñador y un certificado de autenticidad, reafirmando el carácter único de cada creación.



