Proteger el oficio y a los artesanos es una forma de proteger el futuro de la industria pero, en ocasiones, con tanta digitalización y tantas facilidades, el principio de todo se queda en el olvido. Cuando el valor es el producto y la materia prima es la artesanía, hay un deber de proteger la tradición y asegurar el relevo. Analizamos cómo ha cambiado la industria joyera en los últimos años y cómo la formación y aceptar a las nuevas generaciones como relevo generacional son el principio para defender una artesanía que es la característica más valiosa de esta industria.
La joyería está íntimamente ligada al valor, la identidad y la percepción de exclusividad; esto requiere, sin duda, oficio, artesanía y saber-hacer. La tradición y la herencia cultural aportan a cada joya un valor intangible y el consumidor no está comprando únicamente un producto, sino que una parte de una historia y un saber ancestral.
Ahora que la personalización y la creatividad están en su mejor momento y se han convertido en una tendencia que cautiva incluso a las generaciones más jóvenes, parece que el consumidor vuelve a entender que, para experimentar con diseños y crear piezas únicas, se necesita de un artesano capacitado para crear. En el mercado del lujo, si hablamos por ejemplo de bolsos o zapatos, esta característica está muy bien valorada y posicionada, también es cierto que las empresas han sabido cómo crear su comunicación para hacer entender al cliente que detrás de ese producto hay un gran proceso de fabricación con personas reales que trabajan técnicas heredadas; ¿por qué en la joyería parece que, a veces, cuesta tanto? Las joyas bien hechas suelen tener un significado emocional más profundo, tanto por el trabajo humano que implican como por la narrativa que llevan consigo. “La tradición joyera no es solo una técnica, es memoria colectiva y tenemos que proteger tantos siglos de “saber hacer” artesanal transmitido durante muchos años de generación en generación. Este legado es parte del alma de la joyería que hace que tenga este significado tan sentimental. Además ahora es difícil empezar un negocio joyero de cero por eso es necesario motivar a las nuevas generaciones para que aprendan a apasionarse por este mundo tan maravilloso lleno de oportunidades”, nos cuenta Hannah Rodríguez de Gold&Roses.
El arte joyero español es un referente y cuenta con influencias que han marcado el camino y el futuro. Pero también es cierto que, en los últimos años, la producción masiva ha afectado a todas las industrias, incluida la industria joyera, que ahora necesita que los valores propios de esta vuelvan a ser un símbolo diferenciador clave para preservar el legado y el futuro. Aquí entran en juego los siguientes eslabones, la formación y el relevo generacional.

Desafío generacional
Recientemente, Isidoro García-Escribano, Presidente de la Asociación Provincial de Joyeros, Plateros y Relojeros de Córdoba, afirmó en una entrevista para el medio Cordopolis que “existen maestros artesanos, pero la joyería cordobesa en este momento tiene un problema grave de relevo generacional. Nuestras empresas tienen una media de edad de trabajadores que están entre los 50 y 50 y algo años. Esto, ¿qué quiere decir? Que si no le metemos savia nueva con nuevos trabajadores, en 8 o 10 años, cuando estas empresas empiecen a sufrir las jubilaciones de los actuales, tendremos muchos pedidos, pero no seremos capaces de servirlos. Esto no es nuevo, ya lo vivió Valencia y lo sufrió hasta casi la desaparición de la fabricación. Nosotros estamos obligados moralmente a transmitir a las siguientes generaciones lo que hemos recibido de la generación anterior”.
Por su parte, Mariano Romero, Director del Centro de Referencia Nacional de Joyería y Orfebrería, afirma para Contraste y Grupo Duplex que “muchos de los grandes profesionales que han contribuido al prestigio del oficio se acercan a la edad de jubilación. Es esencial garantizar que su vasto conocimiento y experiencia se transfieran a las nuevas generaciones para asegurar la continuidad y evolución del sector”.
Con el tiempo, y gracias a nombres reconocidos en la industria, el sector joyero ha podido demostrar que la artesanía puede ser el ADN de una marca sin necesidad de renunciar a la modernidad. Talleres propios que controlan todo el proceso creativo y de fabricación, una técnica manual exquisita heredada de generaciones de orfebres, raíces culturales, piezas únicas… todo ello unido a nuevas tecnologías y oportunidades. En este contexto, un factor que influye en cómo los jóvenes entienden el oficio joyero es apostando tanto por nuevas herramientas y tecnologías cómo por la tradición del oficio y, en ocasiones, se pone en duda si estas pueden convivir o si en las escuelas se enseñan ambas técnicas por igual. Mariano nos cuenta que “lejos de ser excluyentes, el oficio tradicional y las nuevas tecnologías se complementan y enriquecen mutuamente en el ámbito de la joyería; por ello, la Escuela de Joyería de Córdoba ha integrado en su oferta formativa cursos que abarcan desde técnicas artesanales hasta herramientas digitales avanzadas”.
“Como estudiante de la Escuela de Joieria del JORGC, se da mucha importancia a la parte del oficio y a la parte de astillera pero, al mismo tiempo, también se empieza a dar importancia a estas nuevas tecnologías. Es muy importante dar una buena base del oficio tradicional, que a veces lo confundimos con antiguo pero, en realidad, al final son las bases que dan resultado a cosas más complejas e incluso más modernas. Hay que tener un amplio conocimiento del oficio antes de trabajar con nuevas tecnologías. Además, en el mundo laboral de la joyería hay una parte muy importante de la que nos olvidamos muy fácilmente porque quizás es menos interesante pero, es donde más se aprende de joyería y es con las composturas”, nos cuenta Ariadna Guàrdia, alumna de la Escuela del JORGC que ahora trabaja en el sector joyero y que ganó el Premio Popular de la última edición del concurso de diseño 3D Progold.
En esto también coincide Carlos Pereira, de la Escuela del Atlántico de Vigo, que afirma que “la formación tradicional y la formación en 3D tienen que ir de la mano ya que, realizar una restauración de una pieza, un arreglo o una joya más exclusiva no se pueden hacer en 3D sin embargo, es una herramienta muy válida para crear prototipos, para valorar su ergonomía, peso, coste…Ambas líneas de formación tienen que ir de la mano sino nuestros estudiantes quedarían a medio formar”.
Paula Cabrera, joyera en Bvlgari y antigua alumna de la Escuela de Arte3 de Madrid cree que “ambas cosas pueden convivir sin problema, y de hecho deberían hacerlo. El problema es que en España aún se le da muchísimo peso a lo tradicional, incluso cuando no tiene mucho sentido práctico. Hay piezas que puedes diseñar en 3D en cinco minutos y que, si las haces de forma tradicional, te puedes tirar cinco horas. Y al final, el resultado es el mismo, tanto visualmente como para el cliente. Además, la realidad es que hoy en día hay muy poca gente que valore realmente el trabajo artesanal. La mayoría no sabe ni lo que está comprando. Lo digo con conocimiento porque estuve cinco años vendiendo joyas, y te sorprendería la cantidad de personas que ni siquiera preguntan por el material están comprando.Por eso también hago contenido en redes no solo para enseñar el oficio, sino para formar a la gente que compra joyas. Para que entiendan todo el trabajo manual que hay detrás de una pieza bien hecha. Y si después de saberlo alguien decide irse a Shein y comprarse un anillo de 3 euros, pues vale. Pero al menos ya tendrá la información y sabrá que hay otro tipo de joyería, hecha por personas reales, con distintas técnicas y muchísimo más valor detrás”.
Por su parte, la Escuela del JORGC nos transmite que las nuevas tecnologías han llegado al sector para convivir con las técnicas tradicionales y convertirse en una herramienta más. “Es necesario enseñar a los alumnos a usarlas de manera sensata, sin abusar de ellas ni basar exclusivamente su obra en ellas. Pero en las Escuelas la base formativa debería ser las técnicas tradicionales, complementadas con las nuevas tecnologías. La joyería es un oficio que combina técnicas milenarias con las últimas innovaciones, de ahí su riqueza. En la Escuela JORGC se tiene muy presente este enfoque. Si bien los alumnos aprenden las técnicas de siempre como limar, pulir, clavar, grabar, fundir, al mismo tiempo reciben cursos con las técnicas más avanzadas, como es el diseño 3D por ordenador, la impresión aditiva, el gravado y fundición con máquinas láser… No es de descartar que, en breve, estemos ya entrando en cursos de uso y aplicación de la IA en el diseño y fabricación de joyería. Pero al final, siempre es el artesano que conoce los rudimentos el que puede optimizar el uso de las nuevas tecnologías”.

El futuro del oficio está en las nuevas generaciones
El relevo generacional es una de las problemáticas que hace que el futuro del sector sea incierto pero la realidad es que sí hay jóvenes dispuestos a continuar este oficio. Mariano Romero nos cuenta que “en el reciente acto de entrega de diplomas de la Promoción 2023-2024, se evidenció un notable incremento en la participación juvenil en nuestras formaciones. Se otorgaron 215 diplomas a 77 alumnos, de los cuales el 36,74% eran menores de 25 años y el 13,49% tenían entre 25 y 30 años. Este dato refleja que aproximadamente la mitad del alumnado pertenece a la franja de edad más joven, lo que indica un renovado interés por parte de las nuevas generaciones en el oficio joyero”.
“En un momento en que existe una alta oferta de formación, se debe trabajar en estrategias para atraer a los jóvenes a las profesiones del sector, para ello es necesario adaptar los planes de estudio a las necesidades del mercado y la promoción de oportunidades de empleo y desarrollo personal”, añade.
Desde la propia Escuela de Joyería del Colegio JORGC se ha detectado un importante auge en el número de solicitudes de inscripción, incluyendo alumnos de origen extranjero. Esto ha permitido hacer una selección de candidatos más rigurosa, y priorizar aquellos que desean hacer los cursos en forma intensiva, y no sólo en base a algunas horas dispersas. Roc Majoral, Presidente de la Sección de Artesanía del Colegio, vincula esto y la situación de ocupación de las restantes escuelas catalanas con un interés creciente de las nuevas generaciones por los oficios artesanos, en lo que percibe como una ola de retorno a los valores del pasado en respuesta y reacción al muy digital mundo actual.
Así nos los confirma también Ariadna que afirma que “el último año ha sido un buen momento, al menos en la Escuela del JORGC, en el que se ha experimentado un aumento de gente joven interesada en aprender el oficio. Creo que estamos en un sector que está en auge con gente con ganas de aprender y esto quizás está motivado por las redes sociales ya que, ahora estamos acostumbrados a, mientras hacemos scroll, descubrir a gente creando su propia joya o incluso su propia marca y estas mismas personas pueden convertirse en un referente para motivar a otros a querer aprender el oficio. En definitiva, el sector de la joyería es un sector que está siendo popularizado y cada vez hay más gente interesada en aprender el oficio”.
Paula Cabrera también coincide en el creciente interés de las generaciones jóvenes por el oficio aunque expresa la problemática de la facilidad de encontrar trabajo en España; “de hecho, esa es una de las razones por las que empecé a compartir contenido en redes sociales. No gano nada con los vídeos que subo, lo hago por pura pasión y con la intención de enseñar el oficio a cuanta más gente mejor. Me han escrito muchas personas diciéndome que gracias a mis vídeos se han animado a estudiar joyería, y eso me hace muchísima ilusión. Está claro que el interés existe, pero también es verdad que falta que ese interés se traduzca en oportunidades reales de trabajo. Porque aprender está muy bien, pero luego te encuentras con que en España es difícil encontrar un puesto en orfebrería que no sea precario. Y ahí es donde muchas veces el camino se corta”.
Además, como indica Roc Majoral, Presidente de la Sección de Artesanía del Colegio, “estos alumnos son el futuro de nuestros oficios y por tanto del sector. Se les debe formar con rigor para transmitirles todo el legado de conocimientos y valores de la Joyería y oficios asociados. Esto precisa lógicamente de enseñar técnicas, ciertamente, pero también la cultura que ha de impregnar el complejo ecosistema joyero y las buenas praxis (como seria el caso de una Joyería responsable)”.
Desde el Colegio del JORGC también nos transmiten que una formación que combine los últimos avances tecnológicos con las técnicas tradicionales, expresión del legado de la tradición secular de todos los joyeros que nos precedieron, es una prioridad máxima de sus planes de acción. Pero en la consecución del mayor encaje entre formación y desarrollo profesional, no debemos olvidar también el rol esencial de las empresas del sector. De hecho en el sector se oye cada vez más la impresión de que cada vez cuesta más encontrar buenos profesionales. Es por ello que es esencial que las empresas del sector, sean grandes fabricantes o talleres artesanos, se impliquen en mayor medida, dando oportunidades a los alumnos que salen de las escuelas; sin estas oportunidades y prácticas no obtendrán la experiencia que se solicita en toda demanda de empleo en el sector.
“La formación debería ir mas allá de un oficio manual y convertirse en un puente entre tradición y actualidad, combinando la maestría artesanal con herramientas punteras. Tenemos que seguir impulsando modelos mixtos donde la técnica se complemente con experiencias para formar joyeros completos que puedan desarrollar un producto innovador”, añade Hannah Rodríguez.
Oficios tan complicados pero que regalan un resultado tan especial como esmaltado, engastador, grabador o tallador de gemas no pueden desaparecer. En este contexto, desde la Escuela de Joyería de Córdoba, observan con optimismo el futuro del sector joyero en España, respaldado por el creciente interés de los jóvenes, la implementación de modelos formativos que garantizan el relevo generacional y la armoniosa convivencia entre la tradición y la innovación tecnológica. Además, como nos transmite Paula Cabrera, “lo que sí está claro es que este es un oficio que, en su mayor parte, se aprende trabajando”.
