En una situación en la que vivimos una cruzada colectiva entre estas microtendencias y consumidores qué no sabían qué y donde comprar, casi dejamos por el camino el estilo personal con tantos algoritmos
¿Alguien recuerda el momento On Screen o Zoom Boom? Ese que lo cambió todo y en el que vivimos un incremento de pendientes llamativos, de piezas con formas maxi o coloridas; en el que la joyería experimentó una subida inesperada y se convirtió imprescindible para momentos como el teletrabajo o las reuniones digitales. Los jerseys cómodos y básicos o las camisetas se complementaban con joyas llamativas, dispuestas a transmitir nuestras personalidad sin tener ni siquiera que hablar y nuevas generaciones veían despertar su interés por investigar en este universo. ¿Y qué ha pasado desde entonces? Qué esto era solo el principio.
Y entonces empezamos a ver joyas en series de Netflix, en colecciones de moda desde Zara a Prada y las microtendencias también comenzaron a ganar peso. Así, hasta que llegamos a un punto, que es ahora, en el que ¿quién no lleva joyas?. El sector ha evolucionado hasta conseguir conquistar a diferentes estilos y generaciones, unidos todos por el mismo deseo. La obsesión por los charms, las perlas rompiendo barreras, la joyería masculina que vive ahora mismo su mayor evolución, las joyas de oro que, a pesar de la situación, son cada vez más deseadas, las piezas personalizadas… Hasta comunidades que nacen en el mundo digital y que son inspiración, fomentan la cultura y las artesanía como un mundo del que querer formar parte.

Se ha creado un universo alrededor de la joyería y relojería que está creciendo más rápido de lo esperado y, más allá de problemas geopolíticos, crisis o situaciones económicas complicadas, la industria esta recuperando su lado más sentimental. Y, entre todo ello, el año pasado fuimos testigos de microtendencias que alcanzaron su máximo auge pero que, al mismo tiempo, no nos daban tregua ni tiempo a experimentar y lucir. Así es que, mientras estos últimos años hemos evolucionado abrumados en parte por una hiperabundancia de productos y marcas que emergían en el mercado, esto nos ha llevado a que generaciones jóvenes y nuevos consumidores no solo se interesen por la joyería, sino que además vuelvan a valorar la artesanía y la creatividad con el fin de destacar y enriquecer su personalidad a través de complementes especiales.
Y es que, en una situación en la que vivimos una cruzada colectiva entre estas microtendencias y consumidores qué no sabían qué y donde comprar, casi dejamos por el camino el estilo personal con tantos algoritmos, tableros de Pinterest, feeds de Instagram o nuevas estéticas que nacían en TikTok como el #CollegeCore, el #MermaidCore o el #Barbiercore, dejándonos con la sensación de originalidad un poco floja. Qué no es que estas microtendencias sean algo negativo, al contrario; al fin y al cabo nos gustan, desconectamos y vivimos un momento entretenido experimentando con cosas nuevas pero el consumismo desenfrenado se echa a un lado y el cambio cultural pide, de nuevo, volver a ser nosotros sin perder originalidad. Por eso, esta temporada apostamos tanto por el layering, las joyas playfull, joyas con formas orgánicas para lucir en todos los contextos, clásicos que se vuelven a mirar con otros ojos y, en general, todo eso que nos vuelve a gustar.
Así es que, más que las tendencias del momento, la joyería es tendencia en general. La autoexpresión es la máxima de la temporada en materia joyas, así como la personalización y, como decíamos, el regreso de clásicos e iconos reinventados o nuevas formas que, en realidad, también son un poco atemporales. Por ello, mientras el movimiento de crear microtendencias se está agotando, la joyería se postula como una forma de transmitir nuestra personalidad, de valorarla como quien invierte en un bolso de lujo para toda la vida o en un coche. Sí, la joyería vuelve a tener valor, su patrimonio cultural se revaloriza también y las nuevas generaciones buscan en ella una identificación cada vez más personal.
La joyería es un sello distintivo de quien la luce y por eso es tendencia.