En un contexto marcado por la inflación, la inestabilidad geopolítica y el precio histórico del oro, el sector joyero no se detiene. Todo lo contrario; evoluciona, se reinventa y apuesta por la calidad como nuevo eje de valor dando paso a la era de la premiumización.
En los últimos años, el concepto de premiumización ha cobrado fuerza en sectores tan diversos como la moda, la cosmética, el wellness o incluso la alimentación pero hay una industria que está explorando a fondo este concepto para iniciar una nueva era. Hablamos, por supuesto, de la joyería. Y es que, en medio de un escenario de precios récord de los metales preciosos —con el oro rozando ya los 4.000 dólares la onza—y un consumidor cada vez más exigente que nunca, muchas marcas están apostando por elevar su propuesta de valor, tanto en términos de calidad como de diseño, materiales y experiencia. Incluso analistas afirman que los diamantes naturales vuelven a brillar, superando a las piedras cultivadas en laboratorio en las ventas al por menor y con una mayor demanda de gemas naturales ya que, según datos, la preferencia por un producto que perdura en el tiempo con un valor añadido por parte del consumidor vuelve a estar al alza.
Sin ir más lejos, en la misma semana en la que el oro alcanzaba un nuevo máximo histórico, el de los 3.800 dólares por onza, la marca de joyería Simuero anunciaba su primera colección de joyas de oro; un nuevo espacio, como afirman desde la marca, “para explorar la artesanía en oro macizo de 18k, con diamantes certificados y piedras preciosas cuidadosamente seleccionadas”.
Mientras ya se habla de que el oro podría alcanzar los 4.000 dólares por onza antes de fin de año, marcas del sector no se detienen y continúan trabajando en sus línea de oro, conscientes de su atractivo atemporal y emocional. En este contexto, algunas estrategias también han cambiado ya que, junto a las marcas que apuestan por colecciones más tradicionales, otras prefieren diseños modulares, joyas pequeñas que permite ofrecen precios más ajustados sin renunciar al metal precioso; incluso algunas se han atrevido a combinar el oro y plata o a crear líneas cápsula de edición limitada, reforzando así el carácter exclusivo y aspiracional de la colección.
“El oro es más que una tendencia; es una inversión emocional. Las marcas lo entienden y están encontrando formas creativas de integrarlo sin perder rentabilidad”, señala un analista de tendencias del World Gold Council.
Al mismo tiempo, y a pesar de que durante años, la plata fue sinónimo de joyería accesible, fresca y juvenil, este metal noble está abriendo nuevas oportunidades, ofreciendo un lienzo perfecto para marcas que buscan ofrecer piezas sofisticados sin renunciar a la cercanía del precio. Es decir, la plata en su versión más premium, con la artesanía y el saber-hacer joyero presentes, a un precio asequible.
En esta era, marcas relevantes del sector han elevado el listón en cuanto a calidad a través de baños más duraderos, piedras naturales, diseños contemporáneos y acabados artesanales que ahora son parte de su ADN. Algunas de ellas, como ya mencionamos, incluso abren espacio para colecciones cápsula de oro, confirmando así una evolución que no solo responde a la demanda del mercado, sino también a la necesidad de diferenciarse en un entorno cada vez más competitivo.
La personalización también juega un papel fundamental en esta transformación. Y es que la joyería personalizada se ha convertido en una experiencia cada vez más demanda incluso por parte de las nuevas generaciones. Un ejemplo podría ser como la fundadora de la marca Sibela anunció recientemente por Instagram que se embarcaba en un nuevo proyecto, el de Belasi, “alta joyería hecha a mano en España y totalmente personalizada”.
Uno de los grandes motores de esta premiumización es el cambio en el comportamiento del consumidor. Tras la pandemia, muchos compradores han abandonado la lógica del “usar y tirar” para abrazar un enfoque más consciente: menos productos, pero de más calidad, con mayor durabilidad y significado. En este nuevo escenario, la joyería ocupa un lugar privilegiado como símbolo de identidad, conexión emocional y permanencia. Por eso, las piezas que duran, que cuentan una historia y que están bien hechas, cobran más sentido que nunca.
Entre el lujo aspiracional y el lujo consciente
Premiumizar no significa elitizar. El reto está en encontrar el equilibrio entre accesibilidad y exclusividad, entre ofrecer productos que sean deseables y, al mismo tiempo, sostenibles para el negocio y el cliente. Muchas marcas están apostando por crear escaleras de valor: líneas base de calidad impecable, junto con colecciones cápsula o ediciones limitadas más premium. De esta forma, se construye un ecosistema donde el consumidor puede crecer junto a la marca, sin sentirse excluido.
En definitiva, el resultado es una transformación silenciosa pero profunda: colecciones más refinadas, productos que hablan de durabilidad y una narrativa que revaloriza lo artesanal, lo auténtico y lo emocional. Así es que, a pesar del contexto económico desafiante y del precio volátil de los materiales, la premiumización se presenta como una oportunidad estratégica. No solo permite mejorar márgenes en un momento de presión inflacionaria, sino que fortalece la identidad de marca, fideliza al cliente y posiciona la joyería como una categoría de valor emocional y duradero.
(Foto de portada: LECARRÉ)