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lunes 29 diciembre 2025
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Clemente Navarro Fabregat, fabricantes de joyería desde 1958

Clemente Navarro Fabregat, fundador de la empresa bajo el mismo nombre, nació en Tortosa en 1925. Tras la guerra se trasladó a Valencia, donde ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos y, aunque no llegó a ejercer como profesor de dibujo, desarrollo una profunda sensibilidad artística forjando, además, grandes relaciones con numerosos artistas de la época. 

Su andadura en el sector joyero comenzó cuando, buscando asegurar un futuro para su familia, decidió empezar a trabajar como comerciante de piedras preciosas. Durante esta trayectoria de su vida el destino jugó un papel fundamental ya que, la entrada de Clemente en la fabricación llegó casi por azar, cuando uno de sus clientes, incapaz de saldar una deuda, le entregó unas máquinas de candas. 

Así iniciaba una nueva etapa para Clemente Navarro. En 1957, registró la marca LK con una idea clara y pionera, la de crear la primera fábrica de joyería mecanizada en la Comunidad de Valencia.  Así nació el proyecto empresarial que lideró durante años juntos a un socio hasta que, en los años 70, ambos decidieron tomar caminos distintos y fue entonces cuando el hijo de Clemente decidió incorporarse, junto a otro socio, a la empresa. En 1967, se constituyó la sociedad Clemente Navarro Fabregat S.A., ya asentada en Godella.

Desde los primeros años, la producción de Clemente Navarro Fabregat S.A. combinó mecanización temprana con máquinas de cadenas y sistemas iniciales de fabricación repetitiva, con el trabajo artesanal necesario para el acabado, el ajuste y la revisión de cada pieza. Esta doble vía —tecnología y oficio— definió desde el primer día la identidad de la empresa. Aunque uno de los grandes retos fue aprender actividades que prácticamente nadie en España dominaba y, para ello, Clemente Navarro viajó a Italia y Alemania para descubrir, en “Gori & Zucchi”, maquinaria puntera para fabricar cadena  mientras que, en Alemania, investigó junto a su hermano los procesos necesarios para desarrollar baños galvánicos fiables. 

Otra dificultad significativa fue la comercialización. En un país con escasos fabricantes de cadena, gran parte de la venta se realizaba a través de distribuidores cuyos criterios no siempre valoraban la calidad técnica ni la precisión en la ley. Ante ello, Clemente emprendió un camino nuevo: establecer contacto directo con el joyero, aportando información y formación, y difundiendo auténtica cultura joyera. Este cambio mejoró la percepción del producto y consolidó a la empresa como referente nacional. La internacionalización fue otro paso clave, trabajando con mercados como Francia, Portugal o Reino Unido.

Con el tiempo, la empresa continuó evolucionando gracias a la inversión constante en tecnología: mecanizado CNC, electroforming, digitalización productiva y, en los años 2000, la creación de uno de los primeros configuradores de alianzas de Europa y el primero de España, que permitía mostrar de forma digital todos los modelos de alianzas fabricados internamente.

Estos hitos consolidaron un modelo productivo único en el sector, basado en la integración equilibrada entre tecnología y artesanía.

Una empresa familiar que mantiene su legado de generación en generación 

La motivación inicial de Clemente fue una combinación de necesidad, oportunidad y carácter emprendedor. Su sensibilidad artística y su constancia le facilitaron la entrada en un sector donde convergen creatividad, técnica y negocio. En sus primeros pasos contó con la ayuda de sus hermanos en tareas administrativas y técnicas.

Con la entrada de la segunda generación y de Enrique Fernández, la empresa dio un salto decisivo. Clemente Navarro (hijo), formado en Económicas, y Enrique, Perito Industrial, aportaron juntos una visión complementaria —empresarial, técnica y organizativa— que permitió ampliar el equipo, reforzar la producción e iniciar una etapa de crecimiento sólido.

La tercera generación llegó de la mano de Merche Navarro, quien heredó la conexión artística de su abuelo, pero con un enfoque técnico. Estudió Ingeniería Técnica en Diseño Industrial en la Universitat Politècnica de València y completó su formación con un Máster en Ingeniería de la Joya en Valenza (Italia), uno de los centros joyeros más prestigiosos de Europa. Tras cinco años de experiencia profesional en Italia, se unió a la empresa familiar en 2010.

La continuidad a lo largo de los años de esta compañía se ha basado en la capacidad de adaptarse sin perder identidad. Tal como sintetizó un profesional del sector: “Clemente Navarro ha sabido hacerlo bien durante muchos años”, una afirmación que hoy abarca tres generaciones distintas y “una misma visión”. 

Actualmente, la empresa sigue trabajando bajo los mismo valores: pasión por lo que hacen, calidad y mejora continua como base de todo, el respeto hacia clientes, proveedores y equipo, el rigor técnico y la discreción y la visión a largo plazo y la innovación constante. Y sus tres propósitos fundamentales los definen: “ser referentes en el sector, difundir cultura joyera y cuidar de los nuestros”. 

Beatriz Badás
Beatriz Badás
Periodista
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