Los agentes han detenido a cinco personas, dos españoles y tres ucranianos, como sospechosos de un delito de blanqueo de capitales y que conformaban una red criminal dedicada al tráfico ilegal de bienes culturales desde dicho país
La Policía Nacional ha recuperado en Madrid 11 joyas de oro valoradas en más de 60 millones de euros, pertenecientes al patrimonio histórico de Ucrania y que habían sido sustraídas hace siete años y exportadas ilegalmente para ser vendidas en España.
Las primeras pesquisas de la llamada operación Cuzco se iniciaron cuando los agentes tuvieron conocimiento de que una serie de joyas de oro de gran valor histórico y económico procedentes de Ucrania estaban siendo comercializadas por un ciudadano ucraniano afincado en Madrid. Al no poder vender las piezas a través de los canales habituales como una subasta, dado su origen ilícito, las joyas fueron incorporadas al capital de diferentes sociedades mercantiles que fueron creadas para dicha causa, con el fin de dotarlas de apariencia legal y facilitar así su venta por un grupo de inversores.
Las piezas de oro iban acompañadas por documentos en ucraniano, inglés y español para tratar de acreditar que pertenecían a la iglesia ortodoxa de Ucrania, que a su vez las había transferido al sacerdote ortodoxo, el principal investigado. Por encargo de los miembros de la organización criminal, expertos españoles en bienes culturales elaboraron informes sobre las 11 piezas, que calcularon que tenían un valor de 60 millones de euros.
Ahora, y en colaboración con los servicios de seguridad de Ucrania, los agentes han detenido a cinco personas, dos españoles y tres ucranianos, como sospechosos de un delito de blanqueo de capitales y que conformaban una red criminal dedicada al tráfico ilegal de bienes culturales desde dicho país, tal y como ha informado la Dirección General de la Policía.
Las joyas, que habían formado parte del acervo mostrado en una exposición de un museo de Kiev entre 2009 y 2013, salieron de Ucrania de forma ilícita antes de mayo de 2016. Tras la muestra, las piezas acabaron en poder de un sacerdote ortodoxo quien, en connivencia con un segundo ucraniano y terceras personas, falsificó documentos que acreditaban su propiedad.
Todas las piezas, que pertenecen a la cultura greco-escita de los siglos VIII y IV a.C., están siendo estudiadas en el Museo Arqueológico Nacional y el Instituto del Patrimonio Cultural de España, por lo que la investigación policial continúa abierta.