Fueron tantos los momentos vividos a su lado que jamás podré olvidarle. Formamos un tándem -así yo lo sentía y lo siento, cada uno con nuestra forma de ser-, con el que logramos proyectos y cosas impensables para el sector
No es una frase hecha… me sale del corazón. No me quiero despedir de Juan, para todos Candame, porque él no ha muerto. Su recuerdo seguirá vivo, eternizado en los corazones de cuantos le tratamos, conocíamos y queríamos.
Juan Candame fue un hombre que ni pasó por la vida sin más, ni la vida pasó por él. En ella permanecerá su trayectoria y en nuestro sector vivirá eternamente. Es tan grande la huella que deja y el legado que nos trasmite, que a nadie se le ocurre pensar que nos quedamos sin él. Aquí estará vinculado a todos nosotros. Más allá del tiempo y del espacio.
Podemos afirmar que, con su fuerte personalidad, era un gran profesional, una gran persona y un amigo de los de verdad. Imprimía «carácter» a todo lo que tocaba y decía o hacía. Pero siempre con palabra de hombre. Insisto, es imposible pensar que se ha ido, que nos ha dejado… Decía Cicerón que la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos y San Lucas añadía: “No busquéis entre los muertos al que está vivo”.
Fueron tantos los momentos vividos a su lado que jamás podré olvidarle. Formamos un tándem -así yo lo sentía y lo siento, cada uno con nuestra forma de ser-, con el que logramos proyectos y cosas impensables para el sector. Él vivía y se desvivía por y para todo el sector. Siempre decía, si al sector le van bien las cosas , a mí también me irán bien. Porque todos somos uno y tirando en la misma dirección.
Y con esta afirmación que siempre ha de permanecer en el ánimo de todos nosotros, escribo estas líneas de dolor, pero también de reivindicación a su tesón. Hoy puedo afirmar que muchos de los frutos que hemos recogido en común se han debido a ello.
En tu memoria, Juan, y por toda la memoria compartida.