Hablar de Luxenter es hablar de un sueño que nació entre la nostalgia y la esperanza. Corría el año 1972 cuando, tras una etapa personal marcada por la pérdida y el cambio, Carmen Lizarriturri sintió que era el momento de crear algo propio, algo que no solo diera sentido a si historia, sino que también iluminara la de muchas otras mujeres. Así nació Luxenter, una casa de joyería pensada para abrazar la belleza del mundo, rendir tributo a lo vivido y celebrar lo que está por venir.
“Los inicios de Luxenter fueron profundamente personales. Nacieron de un momento vital en el que la vida me invitó a empezar de nuevo. Tras el fallecimiento de mi marido, encontré en la creación un refugio, una forma de canalizar el duelo en belleza. Empecé trayendo piezas de África, donde él había trabajado, y poco a poco, con esfuerzo y mucha emoción, ese pequeño proyecto fue tomando forma. Luxenter nació del corazón, con el deseo de acompañar a las mujeres en sus propias historias”, nos cuenta Carmen Lizarriturri, fundadora y alma de Luxenter, una mujer visionaria, fuerte y sensible que supo transformar una pérdida personal en un proyecto lleno de belleza y propósito.
Los inicios: donde nace la pasión
Los primeros pasos de Luxenter fueron íntimos, familiares, casi artesanales. Con esas primeras piezas traídas de África, cada joya era una promesa de estilo, de fuerza y de autenticidad. Luxenter empezó siendo un universo pequeño aunque lleno de verdad que se movía no solo por el diseño, también por la emoción que despertaba cada creación.

De un sueño personal a una marca internacional
Luxenter fue creciendo con el paso del tiempo creando diseños propios, abriendo puntos de venta, modernizando procesos sin perder la esencia… Un crecimiento marcado también por la adaptación a las nuevas generaciones, la exploración de nuevas líneas y el salto al mundo digital aunque siempre con la premisa de que cada joya debía emocionar, contar una historia y ser accesible sin renunciar a la calidad. Los valores que hoy en día identifican a Luxenter. “Lo que empezó como una aventura personal es hoy una marca internacional, presente en los escaparates más importantes del país y en los joyeros de miles de mujeres que ven en Luxenter una forma de expresión y un símbolo de identidad”, afirma Carmen Lizarriturri.
Desde entonces, Luxenter no ha dejado de experimentar diferentes transformaciones como la profesionalización del equipo, la diversificación de colecciones, el uso de nuevos materiales y técnicas así como una nueva forma de comunicar, más cercana y más auténtica. “Diría que uno de los mayores cambios ha sido pasar de ser una marca que vendía joyas a ser una marca que crea identidad. Nos hemos profesionalizado, sí, pero también hemos aprendido a contar historias a través de nuestras colecciones. Hemos diversificado, introducido nuevos materiales, nuevas técnicas, y nos hemos acercado más a nuestras clientas. El diálogo con ellas es constante, y eso ha transformado la forma en la que diseñamos y comunicamos”, añade Carmen.

De esta forma, Luxenter demuestra como se ha ido adaptando a los cambios tanto de la sociedad como de los nuevos consumidores. “Antes, la joyería era algo reservado para ocasiones especiales. Hoy, la mujer ya no espera a que le regalen una joya; se la regala a sí misma. En este cambio, Luxenter ha sabido estar cerca, ofreciendo piezas que acompañan tanto una celebración como un lunes cualquiera. Hoy, las joyas son una extensión de la personalidad, y nosotros diseñamos pensando en eso: en que cada mujer pueda verse reflejada en una piedra, un metal, un destello”.
Y es que Luxenter ha evolucionado sin una fórmula secreta, simplemente como ha marcado la vida, adaptándose, aprendiendo y creciendo sin perder su esencia, hasta convertirse en una firma consolidada.
“Veo el futuro de Luxenter con ilusión y con mucha responsabilidad. Queremos seguir creando joyas que emocionen, pero también que respeten el mundo en el que vivimos. Apostamos por la sostenibilidad, por la innovación responsable y por mantenernos cerca de quienes confían en nosotros. El futuro de Luxenter será, como siempre, un reflejo de nuestra historia… pero con los ojos puestos en todo lo que está por venir”, concluye Carmen Lizarriturri.