“Desde mi punto de vista, esta situación no hará que decaigan las ventas de los diamantes ni será un inconveniente para nuestra industria, al contrario, nos da la oportunidad de poder usar las tecnologías pertinentes para mostrar el origen de esos diamantes”
En un momento de transformación transcendental para la industria de los diamantes a causa de un complejo escenario global de tensiones geopolíticas y sanciones económicas, esta se enfrenta a un desafío crucial: garantizar la procedencia ética de los diamantes. Y es que, la reciente decisión de la Unión Europea y del G7 de prohibir los diamantes de origen ruso, ahora también llamados “diamantes de sangre”, ha generado una demanda crítica de sistemas de trazabilidad. A priori, parece una situación que mantiene a la industria en alerta cuando, en realidad, tan sólo es el paso definitivo hacia una industria transparente y sostenible. FACET, Pilot Partner Member de Tracemark, y Berta Serret, fundadora de Tracemark, nos explican en profundidad como convertir este desafío en una oportunidad.
Hace cuatro años, poder trazar un diamante era algo revolucionario e innovador mientras que, en la actualidad, se ha convertido en una necesidad. Las nuevas legislaciones y regulaciones derivadas de las sanciones de los diamantes rusos han provocado una nueva situación en la industria de los diamantes. Además, cabe destacar que estas restricciones impartidas por el G7 y Estados Unidos derivan en que es obligatorio demostrar, desde el 1 de marzo, que todos los diamantes de 1 quilate no proceden de Rusia; a partir de septiembre ocurrirá lo mismo con los diamantes de medio quilate y, por último, a partir de enero del 2025, esto será obligatorio en todos los diamantes. Desde la Unión Europea añaden que esta medida será posible gracias a programas de trazabilidad preparados. ¿Qué supone esto para la industria del diamante?
“Hoy en día gracias a las tecnologías emergentes, la propia industria del diamante tenemos la capacidad de ser más transparentes y poder distinguir y aportar mucha más transparencia a lo largo de la cadena de suministro de nuestros diamantes. No quiere decir que antes, por no tener una trazabilidad, el diamante no fuera sostenible, simplemente no existía la tecnología pertinente para poder demostrar esta información. Ahora, tanto empresas como fabricantes tenemos la opción y la suerte de poder dar con estas tecnologías para poder demostrar a nuestros clientes de donde proceden nuestras joyas”, afirma Berta Serret. Y es que, en su día, la sostenibilidad, la transparencia y la trazabilidad eran una cuestión de voluntad y compromiso por parte de los empresarios para adoptar políticas de sostenibilidad verificables mientras que, hoy en día, esto se está convirtiendo en una ley.
“Desde mi punto de vista, esta situación no hará que decaigan las ventas de los diamantes ni será un inconveniente para nuestra industria, al contrario, nos da la oportunidad de poder usar las tecnologías pertinentes para mostrar el origen de esos diamantes”, añade Berta. “Nosotros nos anticipamos hace cuatro años con Tracemark porque teníamos un compromiso con la sostenibilidad demostrable. Ahora mismo, Tracemark ha evolucionado muchísimo a raíz de estas nuevas legislaciones ya que los clientes son conscientes de que necesitan herramientas como estas”.
La situación actual abre, por lo tanto, una puerta hacia la sostenibilidad y las prácticas éticas en la industria del diamante, pudiendo demostrar cada paso en la trazabilidad. Un elemento clave no solo por las nuevas normativas sino que también para un consumidor cada vez más consciente con el medio ambiente y con los conflictos geopolíticos ya que, como afirman desde FACET, que siempre ha apostado por la sostenibilidad y que ya se ha anticipado a este problema social desde 2020 a través de la trazabilidad certificada que ofrece Tracemark, “cada vez hay más demanda tanto de las empresas como del cliente final que quieren saber de donde proviene, si viene de una zona de conflicto o no. Esta situación ha derivado en una evolución muy importante y en algo positivo”. De hecho, “así como en su momento se decidió, como estrategia empresarial, apostar por el oro reciclado, ahora estamos apostando por la trazabilidad, conscientes de que esta es la única opción y no solo por la situación actual de mercado sino porque el cliente lo está demandando y porque queremos ser transparentes. Es importante que cada vez más marcas y empresas se sumen a esta ola”.
En definitiva, los sistemas de trazabilidad se convierten en la única forma de conocer de donde proviene cada joya, en un valor añadido y en el futuro de esta industria que se abre a una nueva era. Una herramienta que sirve además para satisfacer las demandas de un consumidor que exige saber si un diamante proviene de un país libre de conflicto o no, si han sido abastecidos de forma responsable, si es un diamante natural o un diamante creado y, en general, toda la trayectoria de la joya.
Al mismo tiempo, este es el momento para una industria definitivamente transparente con la capacidad de demostrar, de forma real, su sostenibilidad. “Este es el momento de tomar acción, de ser responsables y siendo conscientes de que esta es la forma correcta de trabajar”, afirma Berta Serret. “Esto también es un punto de inflexión y se está apreciando una concienciación a nivel global en todos los sectores”, añaden desde FACET.