«Debemos analizar hacia donde queremos ir; entiendo que hay que vender ya que somos una empresa y tenemos que tener la puerta abierta, tenemos unos gastos y cada vez es más complicado con estas subidas, pero tenemos que hacer soñar y asesorar al cliente para que no pierda la sensación de comprar esa joya y que además perdure en el tiempo«
Katuxa Joyas celebró en el mes de diciembre su dieciséis aniversario con la apertura de su nueva tienda en la Plaza do Toural, en Santiago de Compostela. Detrás, se encuentra una joven diseñadora que se centra en el diseño, el asesoramiento y el trato personalizado y su filosofía se basa en su relación especial con las gemas, dando rienda suelta a su inspiración, sin perder el respeto por la belleza que la propia naturaleza crea y diseñando piezas con carácter y personalidad propia.
¿Cómo te iniciaste en el mundo de la joyería?
Fue un poco por casualidad. Mis abuelos tenían una taller de piel y yo me crié en ese anfiteatro viendo como mi abuelo creaba bolsos, zapatos, etc y, además, veía como él y sus operarios realizaban todo el proceso de producción. Mientras estudiaba derecho me di cuenta de que este no sería mi camino y terminé en la Escuela de artes de oficio de Santiago de Compostela; sabía que quería crear con las manos y me decanté por el mundo de la joyería. Fue entonces, estudiando historia de la joyería, que aprendí a amar las joyas. Y es que cuando uno conoce la trayectoria de este sector, entiende que la joyería ha estado con nosotros desde los principios de los tiempos.
¿Cuál es la filosofía de Katuxa y en qué se diferencia de otras marcas?
La filosofía de la joyería está muy antagónica al gramo por oro, que es normal ya que también tienen que existir los fabricantes, pero Katuxa no tiene nada que ver con la joyería convencional y para mi, lo más importante es la piedra ya que siempre trabajo con piedra natural. Mi filosofía es hacer piezas exclusivas, únicas y buscadas así a propósito, ya que no me gustan las repeticiones. Las piedras naturales tienen su propia personalidad y dan mucho juego por ello, mi trabajo es ofrecer una belleza mayor a esa piedra, mejorarla.
Además también hago arreglos de piezas de oro o antiguas y las vuelvo a traer a este siglo para que los clientes la sigan luciendo, aunque respetando siempre el trabajo de los anteriores joyeros por lo que intento invadir lo menos posible esa pieza.
En cuanto a inspiración, todo lo que rodea a Santiago de Compostela influye en mis creaciones, como la naturaleza, el mar o el granito, material por excelencia de esta ciudad; además la joyería en Santiago está presente desde hace siglos. Pero también soy una enamorada del arte y creo que la joyería es arte; puedes contemplar un cuadro de la misma manera que puedes contemplar unos pendientes. La joyería, desde mi concepto, está hecha para el alma, para la belleza.
Has estado presente en la Fashion Week de Londres 2022, cuéntanos sobre esta experiencia
Me gusta mucho hacer desfiles y ya había realizado uno aquí en Galicia, aunque con la joyería como protagonista ya que me interesa mucho que ésta no necesite del textil y tenga su propio peso específico; pero Londres fue brutal y apasionante. Tenemos un concepto muy distinto los diseñadores de textil y los diseñadores de joyas, entonces esta experiencia me ha enriquecido muchísimo. Lo que me traigo de Londres es como un desfile de moda te permite realizar piezas más creativas, jugando con la imaginación sin pensar únicamente en el punto de venta, dedicándote exclusivamente el diseño.
Para este desfile, además, quise hacer un guiño a lo que es el azabache en Santiago de Compostela y tras 16 años, estas fueron mis primeras creaciones con este material. Lo mezclé con perlas para darle un poco de luz y mi sorpresa fue que se entendió el concepto y las mujeres entendían las fuerzas de estas piezas, sobre todo si tenemos en cuenta que el azabache se lleva usando siglos; es decir, comprobé como la joyería es un lenguaje universal.
¿Cómo crees que ha evolucionado el sector de la joyería?
Lo que echo de menos en la joyería, y creo que otras joyerías también estarán de acuerdo, es que hemos perdido la capacidad de hacer soñar y es algo que no deberíamos perder nunca. Entiendo que debe de existir joyería para todos los bolsillos, pero yo quiero que mi joyería sea como una alta costura, hacer soñar a mis clientes y si no hago eso, considero que no estoy haciendo bien mi trabajo; es decir no es solo la inversión, creo que debemos vender algo más que lo que pesa el oro o el diamante. El lujo son sensaciones y si perdemos eso nos estamos desviando. De hecho, empresas del textil están cogiendo el nicho de mercado apostando por alta joyería y están haciendo lo que nosotros no hacemos, que es hacer soñar, hacer que vengan los clientes a la tienda, que le enseñes de donde viene, con qué esta hecho y si está hecho para ti.
El sector ha cambiado mucho pero creo que ahora mismo se está polarizando, como la sociedad, y creo que seguirá polarizándose a lo largo de los años. A mi me pasa, esa joyería media que teníamos se ha perdido y ahora los clientes eligen o una pieza diseñada exclusivamente para ti o una pieza básica de primer precio.
¿Y en el comportamiento del consumidor?
Creo que nuestro trabajo es educar al cliente, a mi me encanta hacerlo y me encanta explicar mi trabajo también a la gente joven. Además, en estos momentos en los que estamos tan conciénciados con reutilizar es importante dar a entender eso; por ejemplo, el oro no se pierde nunca y el valor sentimental tampoco. Igual nos enfocamos mucho en el valor monetario y nos olvidamos del resto. El mundo de la joyería es muy amplio y nos tenemos que enfocar en todo lo que forma este universo, como si carácter simbólico o la joyería como amuleto.
Debemos analizar hacia donde queremos ir; entiendo que hay que vender ya que somos una empresa y tenemos que tener la puerta abierta, tenemos unos gastos y cada vez es más complicado con estas subidas, pero tenemos que hacer soñar y asesorar al cliente para que no pierda la sensación de comprar esa joya y que además perdure en el tiempo.
Además, las mujeres se compran sus joyas y son mujeres, en mi caso, a partir de los 40 que valoran este sector y se sienten identificadas con las piezas. También tengo un cliente más joven que admiran este sector gracias a sus madres y abuelas, que ya llevaban joyas; también siguen viniendo mis primeras clientes de hace 16 años y me encanta mantener esa relación, hacerlas sentir como en su casa.
Por otro lado, estamos en un momento de cambio y nos tenemos que adaptar a ese cambio. Por ejemplo, los collares de perlas de toda la vida que ya llevaban nuestras abuelas ahora también son una joya para los hombres; el público masculino está pisando muy fuerte, es un nicho de mercado fantástico, y esto nos hace salir de nuestra zona de confort y hacer que un público más amplio se interese por este sector.
¿Crees que se está recuperando la costumbre e ilusión de comprar fisicamente en las tiendas de joyeria? ¿Qué debería hacer el sector para que esto siga en crecimiento?
La persona necesita el tacto y las joyas están hechas para llevarlas, no son un accesorio como un bolso, están hechas para lucirlas en nuestro cuerpo y es necesario probarlas y vivir esa experiencia. La joyería está hecha para embellecer a la mujer y es un universo muy amplio como para hacer un click y ya está.
Las nuevas generaciones entienden este sector como algo muy lejano y ajeno y tenemos que cambiar ese mensaje también en la tienda. Es decir, es un trabajo para los que estamos detrás del mostrador y cuando entre alguien joven a la tienda, debemos tomarnos la molestia de explicar qué hacemos y cómo lo hacemos porque, además, no sabemos si esa persona volverá en un futuro. Es un sobreesfuerzo pero en mi caso me encanta hacerlo, y de esta manera conseguiremos que las nuevas generaciones entren en nuestras tiendas, que vean este sector como algo cercano.
También es necesario un poco de innovación aunque queramos mantener ese valor atemporal en nuestro sector y ofrecer diseños que perduren, considero que ambas cosas son compatibles y podemos ofrecer diseños diferentes. Hay sitio para todos.