El oro superó en el comienzo de la semana la barrera de los 2.000 dólares por onza, un nivel que no tocaba desde mediados de mayo
El oro, activo refugio en períodos de incertidumbre, vuelve a ser noticia. El ataque del pasado 7 de octubre del ala militante de Hamás contra Israel provocó un aumento del 10% en el valor del oro. Los especialistas del mercado prevén que los disturbios geopolíticos en Oriente Medio seguirán siendo un impulso crucial para la subida de los precios del oro.
La situación de conflicto y, por lo tanto, de incertidumbre, han llevado al valor del oro a registrar otro aumento del 10%, esto le ha permitido superar en el comienzo de la semana la barrera de los 2.000 dólares por onza, un nivel que no tocaba desde mediados de mayo. Ante esto, cabe destacar que el precio del oro osciló entre 1.900 y 1.950 dólares durante la mayor parte de septiembre hasta que una fuerte caída el 27 llevó el precio a un acabado de 1.871 dólares y una pérdida del 3,7 % m/m. Como afirmó Sempsa para Contraste, «sigue siendo sorprendente que mantenga esos precios, tan altos históricamente. A pesar de la muy agresiva política monetaria de la Reserva Federal de EE. UU. que dispara los rendimientos de los bonos por encima del 4,5% así como impulsa la valoración del USD vs EUR, el precio del oro sigue manteniendo la psicológica barrera de los 1.900 USD / oz«.
Y es que, como sabemos, el oro es uno de los activos que mejor se comporta cuando la inflación se mantiene alta. Y aunque los últimos datos mensuales de la mayoría de países desarrollados apuntan a un descenso sostenido del incremento de los precios, las advertencias de las autoridades monetarias sobre el hecho de que mantendrán los tipos de interés en niveles restrictivos «durante algún tiempo» hasta que la inflación vuelva a los objetivos iniciales, hace pensar que los bancos centrales aún no piensan que los precios estén bajo control.
Teniendo en cuenta esta situación, un estudio del Consejo Mundial del Oro muestra que alrededor del 24% de los bancos centrales de todo el mundo prevé aumentar sus reservas de oro para finales de 2023. Los bancos centrales de los mercados emergentes están cada vez más dispuestos a aumentar sus reservas de oro: el 71% de los encuestados espera que las reservas de oro de los bancos centrales aumenten este año, frente al 61% del año 2022. El año pasado, los bancos centrales recibieron la cifra récord de 1.136 toneladas de oro debido a la subida de los tipos de interés, el aumento de las sanciones contra Rusia y el incremento de la inflación.
Y todavía en fase de incertidumbre, está claro que al oro le gusta la inflación aunque no tanto, como señala Sempsa, «las tasas más altas o el fortalecimiento del dólar estadounidense que la Reserva Federal puede diseñar para dicha inflación. ¿Qué podemos esperar pues?«. Las opiniones y previsiones que comparte Sempsa con Contraste son diversas aunque también es conocedor de datos actuales y retos ya inminentes e irrebatibles que nos deberían hacer ser muy cautos:
- Alemania, evidente motor de la economía de la vieja Europa, sufre una acusada crisis coyuntural que le mantiene en crecimiento negativo, con una inflación muy alejada del ya mencionado 2% que siempre se ha exigido a toda la zona euro desde el prepotente Bundesbank. Su preocupante caída del sector manufacturero e industrial, provocada muy en parte por la baja demanda de China, invita a pensar en una negativa e inminente repercusión en todo su en- torno más cercano.
- China, inmersa en una muy preocupante crisis del mercado inmobiliario, decepciona con su bajo crecimiento del 4% anual dejando atrás los habituales 6% y 7% que tanto tirón suponían para el resto.
- Elevada Deuda Pública con muy altos tipos de interés en las principales economías mundiales.
- Afrontar la creciente longevidad y envejecimiento de la población poniendo en jaque los actuales pilares del estado de bienestar.