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lunes 29 diciembre 2025
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2025, un año de transformación que redefine la industria 

Un año paradójico en el que, a pesar de todo, el sector joyero ha demostrado resiliencia inmerso en una era de transformación profunda que invita a un 2026 positivo

Este 2025 ha sido, para la industria, un periodo de transformación profunda donde tradición, innovación y experiencia se han encontrado para definir un nuevo lenguaje. La joyería se ha reconvertido en un vehículo de emociones, identidad y conexión mientras que los consumidores han evolucionado, anhelando autenticidad, historia y experiencias que despierten los sentidos. Al mismo tiempo, este año hemos sido conscientes de la urgencia de salvaguardar un saber hacer ancestral y pasarlo a las nuevas generaciones. En un contexto de digitalización acelerada, mantener viva la tradición requiere esfuerzo: formación, relevo generacional y un equilibrio inteligente entre artesanía clásica y herramientas modernas. Repasamos cómo ha sido este año. 

El auge de la premiumización y la autoexpresión

Si 2024 marcó el inicio de la consolidación de la premiumización, 2025 ha sido el año de su expansión. Los consumidores buscan joyas que transmitan identidad, valores culturales y emociones profundas. Pese a la volatilidad de los mercados, la joyería ha mostrado una notable resistencia. 

En esta era de transformación , marcas relevantes del sector han elevado el listón en cuanto a calidad a través de baños más duraderos, piedras naturales, diseños contemporáneos y acabados artesanales que ahora son parte de su ADN. Algunas de ellas incluso abren espacio para colecciones cápsula de oro.

Al mismo tiempo, las marcas que integran sostenibilidad, innovación y una historia potente logran destacarse frente a un mercado saturado, demostrando que la calidad y la autenticidad son tan importantes como la exclusividad. Este año, la línea de negocio premium ha mostrado un incremento de hasta un 6%, mientras que la moda ha experimentado un ligero declive. Los consumidores dirigen sus inversiones hacia joyas premium, conscientes de que la joyería no solo es un objeto de deseo, sino un legado cultural y emocional.

Este nuevo paradigma del “lujo con alma” demuestra que el consumidor moderno no compra solo por estatus: invierte en piezas que puedan contar historias, heredarse de generación en generación y convertirse en símbolos de identidad personal. 

Al mismo tiempo, la joyería ha reforzado su vínculo con la tradición: el oro y los diamantes han recuperado protagonismo como valores seguros, mientras que la narrativa artesanal, la historia detrás de cada pieza y la autenticidad de los procesos se han convertido en elementos imprescindibles para conquistar al consumidor contemporáneo.

Por otro lado, 2025 también ha sido testigo del cambio en el uso de la joyería: ya no se limita a ocasiones especiales. Los consumidores modernos buscan llevar piezas que expresen su estilo y personalidad a diario. La joya se transforma en un lenguaje de identidad, un medio de autoexpresión que comunica emociones, valores y pertenencia. Esta tendencia ha llevado a la reinterpretación de clásicos, reediciones con historia y colecciones modulares que permiten a cada cliente construir su propia narrativa de lujo.

La globalización y los nuevos pactos comerciales 

La política arancelaria no lo ha puesto nada fácil pero si no hay mal que por bien no venga, este desafío se ha convertido en una oportunidad para una industria que continúa creciendo. 

En un año marcado por la volatilidad económica y los cambios geopolíticos, los acuerdos comerciales han sido un factor determinante para la industria del lujo. Destacan la reducción de aranceles entre Suiza y Estados Unidos al 15%, y el pacto comercial entre India y Reino Unido, que abre nuevas oportunidades para joyas y relojes de alta gama. Estos acuerdos no solo facilitan la circulación de productos premium, sino que también consolidan la confianza del consumidor y estimulan la competitividad internacional.

Para la Unión Europea, la renegociación de relaciones con Estados Unidos ha redefinido la estrategia de exportación de lujo, ofreciendo una ventana de oportunidad para marcas que buscan ampliar su presencia global sin sacrificar calidad ni exclusividad. La política comercial se ha convertido en una herramienta estratégica que permite a la joyería mantener su atractivo frente a la incertidumbre, garantizando que el lujo siga siendo accesible sin perder su valor simbólico. 

El sector se pone a prueba con los precios del oro superando los 4.000 dólares por onza

Cuando a mitad de año el oro se colocó por encima de los 3.000 dólares por onza, los analistas ya precedían que este rally solo acababa de empezar. De hecho, el metal dorado no registraba una subida tan fuerte en un primer trimestre del año desde 1974. En marzo el oro ya había subido un 12,7% y desde el inicio del 2024 hasta ese momento, el precio de la onza de oro subía un 45,8%. 

Concretamente, en abril, el oro registraba un nuevo hito en su historial de récords al alcanzar puntualmente los 3.500 dólares por primera vez. Un día más tarde, el oro se alejó de su máximo histórico cuando el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, insinuó posibles reducciones de aranceles comerciales a China, al tiempo que se retractaba de sus críticas contra la Reserva Federal. En concreto, el oro cayó un 3,2%, situándose en 3.273,69 dólares la onza. El pasado 2 de septiembre, el precio por onza alcanzó los 3.540 dólares, marcando así otro nuevo máximo histórico. ¿El motivo? La presión de la administración Trump sobre la Reserva Federal para que adopte una política monetaria más laxa, las dudas sobre la deuda pública a largo plazo y la incertidumbre geopolítica. Nuevos récords llegaron al alcanzar los 3.750 dólares por onza y, a finales de septiembre, los 3.690 dólares. 

Durante 2025, el oro ha subido más de un 50%, superando los repuntes históricos registrados durante la pandemia y la crisis financiera global de 2008. Además, desde que empezó octubre, la subida es de más de un 3%, en tanto que en septiembre firmó un ‘rally’ alcista de casi un 12%. La revalorización acumulada a lo largo de los nueve primeros meses del año ya se situaba entorno al 60%.

A finales del año, el oro ya había sobrepasado los 4.000 dólares por onza en una carrera que dejó otros momentos históricos. Después de llegar al máximo histórico de los 4.381 dólares la onza, el metal dorado sufrió su mayor caída en 12 años. Concretamente, los precios del oro cayeron hasta un 5,2% situando a la materia prima por debajo de los 4.150 dólares, siendo esta la jornada más baja para este activo desde noviembre de 2020.  

No solo eso ya que, a pesar de todo, en 2025 el oro ha experimentando su momento de mayor demanda. Según el informe del World Gold Council (WGC) para el tercer trimestre de 2025, la demanda global de oro alcanzó las 1.313 toneladas entre julio y septiembre, el nivel más alto jamás registrado para un solo trimestre. En términos de valor, esto supone US$146.000 millones, un salto interanual de aproximadamente 44%. La demanda total del oro se sitúa, en el acumulado de los primeros nueve meses del año, en 3.717 toneladas. Esto equivale a un valor de US$348.000 millones, un incremento del 41% respecto al mismo periodo de 2024. El precio promedio del oro durante el tercer trimestre fue de US$3,456 por onza, con un aumento de 40% interanual. Y es que, tan solo durante este trimestre, el oro marcó 13 máximos históricos.

En este escenario, la plata también ha alcanzado máximos históricos a lo largo del año, subiendo un 67,15% respecto a hace un año. En cuanto al platino, en verano alcanzó los 1.400 dólares por primera vez desde 2014. En general, el precio del platino ha aumentado un +50 % en 6 meses y un +60 % en comparación con hace un año. Los analistas atribuyen esto a una mayor demanda de joyas. El platino se consolidó este año como una alternativa que resurge y que vuelve a ser interesante en productos premium que no llegan al coste del oro. 

Experiencias sensoriales: de la compra al ritual

En 2025, la boutique física ha recuperado protagonismo, no como mero punto de venta, sino como un escenario donde la experiencia sensorial se convierte en protagonista. La estrategia del vibe content, que sustituye al storytelling tradicional, ha ganado terreno: las marcas buscan trasladar al consumidor a un universo de sensaciones, olores y recuerdos en segundos. Cada visita se transforma en un ritual que activa todos los sentidos: interiores cálidos, aromas exclusivos, música envolvente y talleres en vivo permiten que los clientes no solo vean, sino vivan la joya.

Eventos privados, cenas exclusivas, talleres de gemología y experiencias de personalización se consolidan como herramientas estratégicas para conectar emocionalmente con el consumidor. En esta nueva era, la lealtad se construye a través de la emoción, y no solo del producto. “La joya se convierte en recuerdo, y el recuerdo en fidelidad”, afirman expertos en retail emocional, reflejando una filosofía que coloca la experiencia por encima de la transacción.

Resiliencia ante la tormenta: la joyería que resiste

La joyería ha comprobado su fortaleza en un entorno económico difícil. Frente a la inflación de materias primas, los aranceles y la inestabilidad, este sector ha sabido mantener su brillo y el sector ha optado por moderar sus precios (en muchos casos subiéndolos muy poco), priorizando la fidelidad y la percepción de valor antes que ganancias rápidas. Este enfoque ha hecho que la joyería sea más atractiva para una clientela más joven y consciente: aquellos que consideran una joya como una inversión emocional, una pieza para toda la vida y no solo un accesorio.

Además, la amplia diversidad de materiales en el mercado joyero —desde metales preciosos tradicionales hasta soluciones más accesibles— permite a las marcas ofrecer líneas para diferentes bolsillos sin perder su esencia. La joyería “resiste” porque sabe reinventarse sin traicionar su valor.

Un nuevo paradigma para la joyería

El 2025 marca un punto de inflexión. La industria joyera ha demostrado que su verdadero valor no reside únicamente en el material, sino en la experiencia completa que ofrece. Desde los acuerdos comerciales que facilitan su presencia internacional hasta la premiumización, el lujo emocional y las experiencias sensoriales, el sector ha logrado un equilibrio entre tradición, innovación y emoción.

Hoy, la joyería ya no solo adorna; transforma, conecta y cuenta historias. Cada pieza es una experiencia, cada boutique un escenario sensorial y cada colección una oportunidad de expresión personal. La industria ha encontrado en la combinación de autenticidad, calidad y emoción la fórmula para conquistar al consumidor contemporáneo y asegurar que el lujo siga siendo relevante, memorable y profundamente humano.

¿Qué podremos esperar de 2026? Sin duda, será un año con retos significativos pero también con oportunidades tangibles para quienes sepan adaptarse. 

Beatriz Badás
Beatriz Badás
Periodista
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