Tras casi un siglo en la calle Petritxol, una de las joyerías más emblemáticas de Barcelona inicia una nueva etapa bajo la dirección de Caroline Sant Chalois, tercera generación de la familia. La nueva apertura de SANT da continuidad al legado de la casa desde una mirada contemporánea, única y profundamente artesanal.
A lo largo de casi cien años, SANT ha sido probablemente la joyería de alta calidad más única y personal de Barcelona. En su pequeño espacio de Petritxol se han reunido generaciones de una clientela ecléctica, unida por una sensibilidad común: valorar la autenticidad, la naturalidad y el trato cercano, por encima de la ostentación.
Alejada del lujo aparente, SANT ha construido su prestigio sobre la honestidad, la elegancia contenida y la excelencia técnica, convirtiéndose en un símbolo de buen gusto silencioso y refinado. Entre sus visitantes habituales se encuentran familias de la burguesía catalana más culta y discreta, artistas, bohemios, viajeros y amantes de la artesanía.
Ahora, SANT comienza una nueva etapa inaugurando el espacio en Passatge Mercader 16, uno de los rincones más singulares del Eixample. Un proyecto que, además, reafirma la voluntad de SANT de continuar siendo un referente en el oficio joyero barcelonés, manteniendo su carácter independiente, mientras evoluciona hacia un lenguaje más contemporáneo.
Todo ello bajo la visión de Caroline Sant Chalois, nacida en Barcelona en 1979, hija de joyero y farmacéutica, licenciada en Derecho y formada desde la adolescencia en el negocio familiar. Caroline representa una nueva energía dentro de la tradición: atrevida, original, apasionada y sus creaciones tienen un punto extravagante dentro de la sobriedad, son joyas con carácter, que sorprenden sin gritar.
En una era dominada por la ostentación, Caroline mantiene una postura clara: el lujo está en la unicidad, en la buena artesanía, los diseños atemporales y el trato personal. “Para mí, el verdadero lujo está en lo único. En encontrar una joya que no se parece a ninguna otra, que tiene algo irrepetible. Eso es lo que busco y lo que quiero ofrecer. No seguimos las modas. Nuestras joyas tienen su propio tiempo. Son objetos creados con conocimiento y sensibilidad, que se convierten en parte de la vida de quien las lleva. Dare to be unique!”, afirma Caroline.
Las joyas de SANT
Cada semana, el taller da vida a cuatro o cinco diseños únicos, concebidos con materiales nobles —oro, plata y gemas naturales— y con el cuidado que distingue a la casa desde hace generaciones.
Entre sus creaciones conviven joyas contemporáneas y piezas históricas como el brazalete de malla Estora, junto a otras vintage cuidadosamente recuperadas. Además, los amantes de las gemas raras encontrarán en SANT piedras poco comunes, seleccionadas por su belleza singular y talladas de forma sorprendente.
En este escenario, Caroline ejerce un papel de curadora, por diversión y por inquietud personal, e impulsa colaboraciones con artistas de otras disciplinas, celebrando la artesanía —como en la actual colaboración con la pintora Nicoletta Gatti y los vasos de Murano. “Solo puedo vender una joya si me encanta. Mi trabajo consiste en acompañar al cliente, entender lo que busca y ayudarle a descubrir algo que lo represente.”
En definitiva, SANT se aleja de la idea de exclusividad entendida como restricción. Busca que la joyería de calidad sea accesible para quienes valoran la autenticidad. Y lo hace en un nuevo espacio creado en un entorno de proporciones serenas y materiales nobles que invitan a la calma. Un universo coherente con la estética y los valores de la casa.
