Lanzarote se ha desmarcado del resto del archipiélago canario con una estrategia valiente y a contracorriente: reducir el número de turistas para elevar el valor de cada visita. Mientras otras islas compiten por cifras récord, Lanzarote ha declarado estar en “situación de saturación turística”, apostando por un modelo más selectivo y sostenible.
El objetivo es claro: reducir un 30% el número de turistas en los próximos cinco años, al tiempo que se incrementa el gasto medio por visitante. Una estrategia que ya está dando resultados. Lanzarote es actualmente la única isla del archipiélago donde decrece el número de turistas, pero aumenta significativamente el gasto en destino, situándose entre los más altos de España.
El perfil del visitante ha cambiado. Cada vez son más los viajeros de alto poder adquisitivo que eligen Lanzarote atraídos por su equilibrio entre naturaleza, diseño, gastronomía y privacidad. No es casualidad que la isla tenga hoy el gasto medio por turista más alto de Canarias, superando incluso a destinos como Ibiza o Marbella.
Este cambio de enfoque se ha traducido en medidas concretas como limitar las nuevas licencias hoteleras exclusivamente a establecimientos de 5 estrellas, e incentivar con subvenciones la reforma y recategorización de alojamientos ya existentes.
En paralelo, la isla ha visto florecer su oferta de alta gama: hoteles como el Grand Hyatt, Radisson Collection o La Isla y el Mar, restaurantes Michelin como Isla de Lobos, y una creciente demanda de experiencias premium.
Para el sector del lujo, Lanzarote representa un mercado virgen, en plena evolución, con una clientela preparada pero con poca oferta consolidada. Es el momento ideal para que marcas internacionales de prestigio encuentren aquí una plaza estratégica aún por conquistar.
Lanzarote no busca más turistas, busca mejores experiencias. Y lo está consiguiendo.
