Es momento de dar la bienvenida al cambio porque sí, la joyería entra en el radar de deseos de las nuevas generaciones, pero las reglas las ponen ellos.
Y2K es el término por excelencia que define hoy día a la Gen Z, la misma que está dispuesta a revolucionar todo lo que se proponga. Y2K es exactamente un problema informático o error de software, o por lo menos así se denominó en la década de los 2000 y, casualmente, está década es la misma que ha puesto a la industria de la moda patas arriba en un claro «o lo amas o lo odias». Y, hablando de casualidades, la Gen Z tiene mucho que ver con todo esto.
Para ponernos en situación, la década de los 2000 ha resucitado y el estilo de Paris Hilton, Gwen Stefani, Rihanna o Lindsay Lohan vuelven a ser fuente de inspiración. Las plataformas, los collares de perlas, el bling-bling de cristales y metalizados, el total Denim y otras tendencias propias de aquella década vuelven a ser hoy objeto deseo. Claro que todo tiene un sentido ya que, resulta, que esta tendencia se alía con el universo virtual y TikTok es la principal plataforma social que ha puesto esta década, una de las peores en el mundo de la moda, de nuevo en el punto de mira. Y, si seguimos tirando del hilo, resulta que la Gen Z adora TikTok por encima de todo hasta tal punto que ellos mismos dictan qué se lleva y qué no.
Así es que marcas y empresas de la industria se han propuesto acercarse a esta nueva generación que no dominará el mundo pero sí, desde luego, el escenario de las redes sociales. Por ejemplo, Prada lanzó su reto ‘Bucket hat’, que, según datos de Lyst, ha logrado más de 6000 millones de visualizaciones en TikTok. Las búsquedas para los gorros de pescador de la marca crecieron en Lyst un 15 % intersemanal después de que se puso en marcha. Recordamos también la colaboración entre Supreme y Tiffany & Co que, tras su lanzamiento, las búsquedas de Supreme aumentaron en un 43 % y las de Tiffany & Co. en un 46 % en apenas en 48 horas.
Cabe destacar que, según datos procedentes de Grand View Research, la industria joyera alcanzará los 480,5 billones de dólares dentro de cinco años, y la Generación Z influirá en estos datos. Para entender por qué la Gen Z quiere lucir joyas es necesario entender que todo empieza con una renovación de los códigos estéticos en los que las reglas no existen o, por lo menos, no las que conocíamos hasta ahora. Las sudaderas se mezclan con maxi joyas, las zapatillas de Nike tienen más poder para elevar un look que unos zapatos de tacón… todo da un giro 360 grados pero, la joyería está mas presente que nunca.
Basta con consumir TikTok para entender el estilo de esta nueva generación pero, también existe una prueba relacionada directamente con la moda: el último desfile de Dolce & Gabbana. Mientras Versace nos trasladó a los años 90 mediante un desfile que transmitía la esencia de la fiebre de sábado noche, con maxi perlas como protagonistas, Dolce & Gabanna nos llevó al siglo veintidós. El estilo atrevido y libre, el mismo que define a la Generación Z, era el auténtico protagonista. La reinvención de la sastrería, colores vivos, brillos, la logomanía y el streetwear. Esta última característica que determinó el estilo del desfile es la calve perfecta para entender de lo que estamos hablando: camisetas, sudaderas acompañadas de collares con maxi (muy maxi) perlas… y todo con un estilo no tan deportivo. Lo mismo ocurrió ayer en el desfile de Off White, en el que camisetas se aliaron con vestidos, o vestidos con zapatillas deportivas y sudaderas con lazos y maxi joyas; de hecho, las maxi joyas no faltaron y también contaron con un toque de fantasía, una tendencia al alza.
Es decir, la estética streetwear se alía con la Gen Z y, al mismo tiempo, con la joyería ya que este estilo consiste en combinar el aspecto más urbano con el mundo de la moda y mezclar prendas cómodas con otras más elegantes. Y es aquí donde la joyería juega su mejor papel, el de elevar cualquier look y crear el contraste perfecto, el mismo que da vida a esta estética conquistada por la Gen Z. Así que sí, la joyería entra en el radar de deseos de las nuevas generaciones, pero las reglas las ponen ellos.