La evolución de la firma, desde un pequeño taller en el barrio de las Letras de Madrid hasta una marca reconocida globalmente, es un testimonio del talento y la visión de sus fundadores y artesanos, entre ellos Antonio Calvo
Desde tiempos inmemoriales, la joyería ha sido un reflejo de la humanidad y, las joyas, testigos silenciosos de historias personales, momentos inolvidables y legados familiares. En este contexto, Carrera y Carrera, empresa de joyería artística de lujo, se erige como un faro de excelencia y creatividad en un mundo que valora la distinción y la elegancia. Como empresa familiar que ha evolucionado durante décadas, descubrimos el papel de Antonio Calvo en esta historia.
Fundada hace varias décadas en el corazón de una ciudad conocida por su rica tradición artesanal, Carrera y Carrera no solo ha creado joyas, sino que también ha forjado historias. Y es que, la historia de Carrera y Carrera es, en muchos sentidos, la historia de una familia; una familia unida no solo por lazos de sangre, sino por un profundo amor y respeto por el arte de la joyería. Una historia que se ha forjado a lo largo de un camino que también ha enfrentado numerosos desafíos, desde las fluctuaciones del mercado hasta las exigencias cambiantes de los clientes aunque, si por algo se caracteriza esta empresa es por encontrar, en cada obstáculo, una oportunidad para reinventarse. Así crearon un legado que trasciende generaciones.
Antonio Calvo, socio fundador de Carrera y Carrera
Nacido en 1954, Antonio Calvo, cofundador de la prestigiosa casa de joyería, tenía una historia de vida marcada por el esfuerzo y la dedicación desde muy temprana edad. Su inclinación hacia el trabajo manual y su deseo de aprender fueron evidentes desde joven, aunque el destino de Antonio empezó a cambiar cuando, trabajando como chico de los recados para una joyería de la Plaza de Santa Ana, Madrid, sus habilidades en dibujo llamaron la atención y comenzó entonces a realizar bocetos de sortijas y otras piezas de joyería. Fue en este ambiente donde descubrió una escuela de joyería en Ópera, a la que empezó a asistir por las noches. Después de dos años de formación nocturna, decidió buscar un taller donde pudiese adquirir una experiencia más práctica.
Así es que, a los 16 años comenzó como aprendiz en un pequeño taller, a los 18 se trasladó a un taller más grande en la Plaza Mayor; ingresó como oficial de tercera y pronto empezó a crear piezas para una clientela de lujo en zonas exclusivas como la Gran Vía y Serrano. Fue en ese taller donde conoció a un aprendiz que le habló del taller de Manuel Carrera, descendiente directo de los joyeros Carrera y otro socio fundador, en la Calle Atocha.
La perspectiva de trabajar con Manuel lo llevó a unirse a su taller, donde rápidamente ascendió a jefe de taller, encargándose del diseño y la producción de joyas. Tras cinco años de fructífera colaboración, Antonio pensó en establecerse por su cuenta pero el destino ya estaba escrito y Manuel, que supo reconocer su talento y valor, le propuso formar una sociedad. Así nació el taller “Mantuan,” una combinación afrancesada de “Manolo” y “Antonio”.
Ante el creciente éxito de su taller, se unió a ellos Juan José Carrera, el primo de Manuel, un hábil comerciante y, así, en 1970 nació la empresa que se convertiría en sinónimo de lujo y excelencia: Carrera y Carrera. Una década que, además, fue testigo, incluido 1890, de cambios significativos en el mundo de la joyería, tanto en España como a nivel internacional ya que estos años destacan por una transformación radical en gustos, técnicas y tendencias de diseño debido a las dinámicas sociales, políticas y económicas de la época.
Los talleres de joyería en España comenzaron a experimentar con nuevos materiales y técnicas y a explorar con diseños más audaces y vanguardistas, alejándose de los estilos tradicionales. Aquí Carrera y Carrera destacó gracias a su facilidad de innovación en el diseño, de la mano de Antonio Calvo, y continuó creciendo y consolidando su prestigio fusionando la tradición artesanal con una visión moderna y artística, sello de identidad de la casa de joyería en la actualidad.
Carrera y Carrera también supo adaptarse a las nuevas tendencias sin perder su identidad distintiva o consolidarse en la escena internacional gracias a sus originales colecciones artísticas que capturaron la atención de personalidades amantes de la moda en todo el mundo. En definitiva, la evolución de la firma, desde un pequeño taller en el barrio de las Letras de Madrid hasta una marca reconocida globalmente, es un testimonio del talento y la visión de sus fundadores y artesanos, entre ellos Antonio Calvo.
El legado de Antonio
En 2019, tras la crisis sanitaria, la casa de joyería atravesó un periodo de incertidumbre que motivó un nuevo cambio de propiedad. En 2021, Carrera y Carrera pasó a pertenecer a un importante grupo internacional de joyería, cuya junta directiva incluye tres de los hijos de Antonio Calvo.
Bajo el lema “Back to the origin” el equipo liderado por Daniel Calvo, hijo de Antonio, como máxima autoridad creativa, inició una nueva etapa con el propósito de recuperar el ADN único y distintivo responsable del éxito experimentado por la firma en sus mejores momentos.
Y así, la primera colección diseñada por Daniel Calvo para Carrera y Carrera es una apuesta por recuperar el más puro estilo de la casa, aquel con el que vivió sus mejores momentos. De hecho, Daniel, amante del estilo art déco y la escultura clásica, reconoce sentir una emoción especial al asumir la dirección creativa de la firma a la que su padre dedicó tantos años de su vida, por ello, en esta primera colección, decidió recuperar los iconos más representativos de la marca como reconocimiento al legado que le fue transmitido.
La herencia de Carrera y Carrera es un testimonio vibrante de la rica tradición de la artesanía española y el saber-hacer y estilo de Antonio Calvo siguen vivos de la mano, ahora, de su hijo y del resto de profesionales que forman un nuevo Carrera y Carrera que no deja de evolucionar.