Al cliente hay que seducirlo con principios y valores.
Nuestro sector está metido en medio de una convulsión sin precedentes. Hay quien dice que llegará una ola que es como un tsunami y tenemos que estar preparados. Debemos estar subidos a esa tabla que nos ayude a surfear a gran velocidad.
Tenemos un mercado que es como un montón de chatarra y de difícil venta. O nos la limpiamos y actualizamos, o ese montón seguirá creciendo sin beneficio alguno.
Nuestras tiendas están descapitalizadas y solo un reajuste serio, con fundamento, además de una estrategia y planes compartidos con los distribuidores, nos va a llevar a buen puerto. Insisto en la necesidad de escoger bien los compañeros de viaje, de unirse a quienes nos traen negocio para los dos y no productos para ese montón. La tienda se ha de especializar y posicionarse, o por arriba o por abajo. Ya no vale todo.
El mercado es el que demanda el producto y no el producto el que ha de buscar el mercado. De esta segunda opción ya tenemos ejemplos en el sector.
A muchos fabricantes se les acabó el mundo en busca de nuevos mercados para lo que desde hace décadas de años siguen fabricando. Tenemos que buscar alternativas que traigan motivación, alegría y ganas…. que den fuerza.
No debemos seguir buscando resultados a corto plazo, hay que pensar más allá. Nuestras claves ha de ser innovación y visión a largo plazo y apostar por la sostenibilidad.
Las nuevas tecnologías nos aportaron muchas cosas, y entre ellas hemos de destacar que aprendimos la importancia que dan los consumidores a la transparencia y al impacto positivo de las marcas. Esta tecnología es el medio que nos ayuda a conseguir nuestros objetivos, pero es necesario rodearse de un equipo adecuado. Debemos ser diferentes, si somos uno más, seremos uno menos a seguir.
El consumidor valora la calidad y la experiencia en la compra y si queda satisfecho, no importa lo que haya pagado por esa compra. La oferta ha de estar adaptada al nuevo consumidor y recuperar los momentos vividos al efectuarla.
A los jóvenes no se les pueden vender cosas idílicas… hay que crear pensando en la edad del consumidor. Lo que marca la diferencia es la emoción que transmitimos. El cliente de hoy exige interactuar más y esto le hace cambiar la naturaleza del gasto en sus compras.
Para ganar una carrera hay que participar en ella diariamente. Dedicar tiempo en formación y atención a las personas que ejecutan cada operación es otra clave importante. La inversión en personas siempre repercute en beneficios.
Les animo a salir de una zona acomodada y de letargo y a hacer algo distinto. Las rutinas no nos llevan a sitios diferentes. Debemos ser ágiles, innovadores, atrevidos. No busquemos culpables, si no soluciones.
Tenemos que saber que ahora es el momento, ahora está sucediendo y ahora tenemos que estar nosotros en el sitio adecuado y a la hora en punto. Momentos de omnicanalidad son los que nos toca vivir. Las tiendas vuelven a ser básicas, pero hay que prestar atención a cómo utilizarlas y ponerlas al servicio del consumidor. Y si esta no cuenta con una función de marketing adecuada y consolidada, dele una vuelta. No se trata de dinero, se trata de cambios culturales. De un estable-cimiento hay que salir con ganas de volver. Este es un objetivo a lograr. Al cliente hay que seducirlo con principios y valores.