Los felices años 20 fueron el momento en el que la joyería vivía su momento de exceso y relojes icónicos veían la luz por primera vez.
Si echamos la vista atrás, hacía los años 20, recordamos una época marcada por el glamour, la decadencia y los excesos, donde las joyas ocuparon un papel muy importante. Viajamos en el tiempo para volver a la felicidad y locura de los años 20.
¿Quién no recuerda los vestidos cubiertos de cristales de Swarovski y lentejuelas, las pieles sobre seda, gasa y terciopelo, las coronas y otras joyas con deslumbrantes diamantes o los infinitos collares de perlas? Los años 20 marcaron un antes y un después ya que esta época supuso el fin de la Primera Guerra Mundial y el inicio de la mujer moderna. Un nuevo estilo de vida estaba a punto de nacer, con la mujer y la moda como absoluta protagonista.
Los felices años 20 fueron el momento en el que la cosmética se convirtió en industria, la prensa alcanzaba grandes tiradas, la joyería vivía su momento de exceso y relojes icónicos veían la luz por primera vez.
La estética flappers y el art deco
La mujer que cambió la historia y la moda para siempre; flappers fue en su origen un término británico acuñado para referirse a las mujeres que parecían adolescentes, el gran boom de los años 20 y el incasable deseo de transmitir la alegría del fin de la guerra a través de la moda y los complementos. Aunque esta estética va mucho más allá ya que se trata de la revolución del ideal de belleza y el momento en el que las mujeres rompieron las reglas para arreglarse usando enormes cantidades de joyas (hasta entonces no estaba bien visto que las mujeres se adornaran con joyas y otro tipo de complementos).
En cuestión de joyas, hubo una mujer conocida por todas que marcó una de las tendencias por excelencia de esta época. Los largos collares de perlas fueron la gran joya de aquella época y, aunque los años 20 supusieron también un boom económico, no todas las mujeres podían permitirse un collar de perlas auténticas. Coco Chanel, mujer referente e icono de la moda, puso de moda el collar de perlas artificiales; algo que parecía una locura pero que encaja a la perfección con la rebeldía de las mujeres flappers y sus ganas de lucir cuantas más joyas, mejor.
Esta no fue la única tendencia, y es que los diamantes y casquetes de pedrería adornaban desde cintas para la cabeza y originales tocados, símbolos de estilo más representativo de los años 20, hasta pendientes, maxi brazaletes de platino o collares geométricos. Las perlas, además del cuello, también rodeaban muñecas lo que significaba un homenaje al poderío y el exceso en estado puro. El Art Decó fue inspiración absoluta para la joyería de aquél momento que se combinaba con vestidos lujosos, sueltos y más cortos de lo habitual.
La mejor referencia actual de esta época y su locura la pudimos ver en la gran pantalla, con la película El Gran Gatsby. Una película en la que participó la casa de joyería Tiffany & Co, diseñando algunas de las joyas que lució la protagonista y que dejan ver una parte de las tendencias en joyería de aquél entonces: piedras preciosas en maravilloso colgantes o una de las pulseras más vistas en aquella época: la pulsera con ornamento de platino con diamantes y forma de margarita que decora la mano y se sujeta con un anillo.
Detener el tiempo
El exceso y el poderío se veía reflejado también en grandes piezas de relojería, algunas todavía hoy existentes y convertidas en icono como es el caso de Rolex. La casa relojero creó el primer reloj hermético al polvo y al agua y lo bautizo con el nombre de “Oyster”. Equipado con una caja sellada herméticamente que garantizaba la protección optima del movimiento, este reloj es hoy rediseñado por la marca.
Pero la relojería vivió momentos clave en los años 20, y es que Charles Edouard Guillaume, físico suizo, obtuvo el Premio Nobel por su descubrimiento de aleaciones de acero y níquel llamadas Invar, enlivar, etc… lo que supuso avances muy importantes para la industria relojería y mecánica de precisión gracias a la reducida dilatación de estos materiales y a su gran duración. Por otro lado, en los años veinte y hasta finales de los treinta se impone el estilo Art Decó también en la relojería, en los relojes de pulsera concretamente, suponiendo la caída de las ventas de los relojes de bolsillos. De hecho, a finales de los años 20 los relojes de pulsera superan en ventas a los relojes de bolsillo.
Otra gran tendencia de la época fueron los relojes cuadrados y es que, mientras los hombres cambiaban el reloj de bolsillo por el de pulsera, las mujeres abandonaban las formas redondas para optar por cajas cuadradas (tendencia hoy recuperada). De hecho, el famoso Tank de Cartier nacía tan solo un poco antes, en 1917.