La boda del príncipe Harry y Meghan Markle es ya la boda del año. El hijo menor de Carlos de Inglaterra y Diana de Gales contrae matrimonio con Meghan, actriz estadounidense, en una unión que hace historia. Desde el primer momento, este enlace ha sido especial y diferentes, con una entrada en solitario fuera de protocolos, un vestido que se aleja de los convencionalismos y, por supuesto, unas joyas con mucha historia.
Para empezar por el principio, muchas fueron las especulaciones de como sería el vestido de novia de Meghan para, al final, sorprender con un diseño que bien se alejaba de todo lo que el mundo se podía imaginar. Un Givenchy Alta Costura de Clare Waight Keller muy diferente a todo lo que se había especulado hasta ahora, con un claro mensaje: sencillez. Un vestido de seda blanca con manga francés, cola, y escote blanco, el verdadero protagonista del diseño, con cortes simples y siluetas ajustadas que caracteriza el tan impecable estilo de la novia. El minimalismo del vestido y la elegancia que ella transmitía consiguió un «you look amazing» de Harry en cuanto la vio (y de todos los espectadores, incluidos nosotros).
Joyas que guardan historia
Todas las joyas que Meghan ha elegido para este día tan especial las firma Cartier. Los pendientes, redondos y discretos, son el modelo Galanterie, realizado en oro blanco y diamantes, mientras que el brazalete escogido por la Duquesa de Sussexha sido el modelo Reflection, también en oro blanco y diamantes.
A la hora de elegir lo que sería la joya protagonista del enlace, el príncipe y la actriz han preferido la vía sentimental. El anillo de Harry está hecho de platino con relieve y el de Meghan a partir de un trozo de oro de galés que le regaló la reina Isabel II. Y es que los anillos reales se han elaborado en este material desde 1923, cuando la reina Madre inauguro la tradición y desde entonces, todas las mujeres de la realeza han lucido alianzas en este material.
Para esto, Meghan ha elegido la joyería londinense Cleave & Company, la misma que se encargó de crear su anillo de compromiso y también el de Harry que, a diferencia de su hermano, sí ha querido combinar alianza con su nombrada esposa.
La tiara que llevaba en el joyero más de 60 años
En una boda real, las joyas siempre son la elección más significativa y es que implican algo más que una elección personal; lo que respecta a la elección de la tiara, marca la posición de la novia dentro de la Familia Real.
Así es que la tiara que Meghan lució en su enlace también fue una sorpresa. Se trata de una tiara de filigrana de la reina Mary de Teck, abuela de la Reina Isabel II, que llevaba más de 60 años guardada en el joyero de la Familia Real Británica.
Una diadema creada en 1932 a petición de la reina Mary a partir de una gran diamante que formaba parte de un broche de 1983 y que la reina pidió al joyero real que convirtiera en tiara. Tiara que apenas se ha visto en actos públicos y que no se había vuelto a utilizar desde 1953, año en el que murió la abuela de la reina Isabell II.
Puede que el hecho de la reina Isabel II haya sacado del joyero real esta tiara tan especial para que la lleve la duquesa de Sussex signifique mucho. Y más si tenemos en cuenta que, para cerrar el círculo, la tiara ha vuelto a ver la luz justo en el en el lugar en el que se encuentra enterrada la reina Mary.
El regalo de boda
Como dicta la tradición, Meghan tenía que recibir una joya de la corona real y Harry le ha regalado un anillo muy muy especial. El príncipe decidió regalarle a su esposa un anillo que perteneció a su madre, Diana.
Un anillo que la misma Diana se compró después de su divorcio con el príncipe Carlos, con una impresionante aguamarina y que nunca más se había vuelto a ver desde el trágico verano de 1997, año en el que Lady Di perdió la vida.