Algunos de los diamantes detectados como no naturales, estaban tallados de forma intencionada para simular las imperfecciones que tienen los naturales, como fracturas y nubes de puntos. Por ello, desde el GIS se sospecha que se han manipulado intencionadamente con características que podemos observar en los diamantes genuinos para parecer auténticos
La discusión sobre los diamantes naturales y sintéticos lleva ya mucho tiempo encima de la mesa. Y es que, a simple vista, pueden parecer los mismos, sin embargo, los diamantes sintéticos, a pesar de estar considerados como diamantes, son mucho más accesibles que los naturales.
Ante este escenario, el laboratorio Gemological Science International ha advertido sobre el considerable aumento de diamantes cultivados marrones, amarillos y rosas que se están infiltrando en la cadena de suministro como diamantes naturales, algo que ha hecho saltar las alarmas.
Estos ejemplares, que ya han sido enviados al laboratorio para su clasificación, contienen, en muchos casos, piedras sintéticas mezcladas con diamantes naturales, ha asegurado la Debbie Azar, la presidenta y cofundadora del GIS. Además, algunos de los diamantes detectados como no naturales, estaban tallados de forma intencionada para simular las imperfecciones que tienen los naturales, como fracturas o nubes de puntos. Desde el GIS se sospecha que se han manipulado intencionadamente con características que podemos observar en los diamantes genuinos para parecer auténticos.
Por lo tanto, con esas características, el gran problema es la detección de estas piedras. Las máquinas encargadas del cribado están diseñadas para localizar ejemplares sintéticos cultivados en laboratorios, pero con su color natural, por lo que su labor se dificulta ante estos ejemplares coloridos.
El GIS asegura que muchas de estas piedras de color no reveladas qué han sido detectadas pertenecen al tipo Ila, y que todas ellas venían ya montadas en joyería. Asimismo, y aunque queda que la investigación esclarezca el origen, desde el GIS sospechan que la procedencia de estos diamantes de laboratorio es la India.
Paralelamente, las directrices de la Comisión Federal de Comercio son claras: los diamantes no extraídos de minas deben etiquetarse con determinadas palabras que eviten posibles fraudes, como “cultivados en laboratorio” o “creados en el laboratorio”, para que no haya duda de que son naturales.
En última instancia, este no es el primer caso que se alerta sobre estos intentos de fraude. En diciembre, el laboratorio de graduación italiano, el Gem-Tech, ya advirtió que habían detectado varias piedras cultivadas en laboratorio que circulaban con inscripciones fraudulentas del Instituto Gemológico de América (GIA), y sin ir más lejos, el mes pasado, el Instituto Gemológico Internacional (IGI) incautó una piedra cultivada en laboratorio de 6,01 quilates con una inscripción láser del GIA, mientras que desde el laboratorio aseguran que ya están en el proceso para parar el tráfico de piedras cultivadas en los laboratorios con inscripciones fraudulentas.