Los relojes y joyas de precio medio van de mal en peor.
Estoy viendo al sector en un momento lleno de incertidumbres. ¿Qué hay que hacer o que no hay que hacer?, se preguntan muchos. ¿Qué hacer? La respuesta sería saber lo que interesa al público consumidor joven y ofrecérselo. ¿Y el qué no hacer? Intentar recuperarse usando los mismos sistemas, las mismas armas y los mismos productos de antes, ya que estos nos van a llevar a la desesperación. Y si no se puede ofrecer lo que está demandando el mercado, lo mejor es retirarse a tiempo y buscar nuevos horizontes de supervivencia.
Los viajantes están desesperados sin saber qué hacer para lograr ventas. La realidad es muy tozuda; no podrán hacer nada, ya que sus clientes no son capaces de vender al consumidor final lo que ellos meten en los establecimientos. Pero los vende-dores no son mejores ni peores que lo eran antes, ni tampoco son los culpables de esta situación.
Tal vez haya que responsabilizar a esas empresas que no han sabido evolucionar a tiempo e ir adaptándose a los cambios que el mercado demandaba. Hay un gran número de deficientes directivos y muy bien pagados que siguen nadando contra corriente hasta que se queden sin fuerzas y sean arrastrados, ellos mismos, sus empresas y sus representantes, hasta el fondo del océano.
Estamos navegando en unas aguas muy embravecidas. Vivimos unos bruscos cambios de tiempo y muy inciertos, hasta el desespero en varias ocasiones. Pero están por llegar numerosas oportunidades y debemos estar muy atentos y preparados para aprovecharlas.
Desde hace ya unos cinco años, los relojes y joyas clásicos de precio medio van de mal en peor. Y con ellos las tiendas de los suburbios de muchas ciudades van por el mismo camino. Por contra, los relojes llamados smartwatches e híbridos van creciendo sólidamente. Con estos cinco años transcurridos en este sendero, podemos decir que dicho nuevo producto ha venido para quedarse. No ha sido una flor de primavera, con ellos tenemos que acostumbrarnos a vivir.
Los fabricantes más importantes de este nuevo producto ( y no los cito para no hacerles más publi-cidad ) vendieron en 2018 más de 51 millones de piezas, es decir un 55% más que en 2.017, y de esta cifra una sola marca se lleva el 40% del total. El precio medio de este producto es de unos 400 € y hay una decena de series de más de 1.000 €.
Pero en esta vorágine, afortunadamente, aún nos queda cuota de mercado importante para los relojes de precio bajo y tradicional. En el otro extremo se encuentran algunas marcas suizas de relojes de alta gama con famosos nombres en su esfera y prestigio internacional, cuyos altos márgenes les dan para hacer grandes campañas de publicidad. Estos van a su aire y abastecen a una minoría con alto poder adquisitivo. El número de piezas que fabrican estas marcas es muy minoritario.
Nos espera un año o años en curso muy interesantes. Pasada la de este año como si fuera un impasse, la nueva edición de la feria de Basilea en 2020 será un excelente termómetro para poder comprobar hacia donde va el sector; será muy interesante ver la marcha y futuro de estas marcas. Y con ello de quien las distribuye .
Viviremos para ver y creer, pueden asegurarse.