Fusión de agua y arena convertida en cristal, parte imprescindible de un reloj. El cuarzo, después de unos cuantos millones de años, es ya usado en diferentes campos como tecnología o terapias alternativas pero, sobre todo, en la alta relojería.
Ahora este material es indispensable en los cronómetros análogos y el motivo es que, la función de esta pequeña pieza es generar los impulsos necesarios a intervalos regulares que permiten la medición exacta del tiempo. Su implementación data del año 1860; sin embargo, fue hasta 1954 cuando el Observatorio de Neuchâtel certificó el primer reloj de cuarzo que alcanzó una precisión atómica.
Este primer reloj de cuarzo fue desarrollado por la firma Longines y ahora son ellos también los que vuelven a esta época para revivir, con una nueva incorporación, este momento. La historia del cuarzo se ve reinterpretada con el Conquest V.H.P (Very High Precision).
Dotado de un movimiento desarrollado en exclusiva por ETA para Longines, el nuevo Conquest V.H.P. se distingue por su alta precisión y su capacidad de reiniciar las agujas después de un golpe o una exposición a un campo magnético mediante el sistema DPR (detección de la posición de los rodajes). Además, la batería del reloj es de larga duración y cuenta con un calendario perpetuo. Su estilo deportivo combina alta tecnicidad con una estética dinámica y sofisticada que se mezcla a la perfección con todo tipo de atuendos. Los modelos presentados en acero están equipados con el mismo calibre de cuarzo que alcanzó el récord de precisión en 1984; ventajas que sin duda le confiere la calificación como un símbolo de exactitud.
Longines demuestra una vez más su savoir faire forjado en la tradición, la elegancia y el rendimiento.