A veces tan solo es cuestión de analizar las cosas con otra perspectiva.
El factor crisis envuelve al sector de la joyería desde hace tiempo, con idas y venidas pero siempre presente. ¿Realmente es la crisis el problema? ¿O sólo es un añadido en un momento determinado?.
Todas las industrias sufren crisis en mayor o menor medida y en momentos determinados; y no es que yo sea una experta en este tema, más bien todo lo contrario, pero si echo la vista atrás, he escuchado esta palabra más veces de las que debería, o me hubiera gustado. Siendo sinceros, si existe algún problema en el sector no es la crisis de lo que tenemos que hablar.
El sector de la joyería vive, desde hace varias temporadas, su mejor momento. Y de esto sí que no tengo dudas. En un momento difícil y delicado como lo fue la pandemia, el término Zoom Boom o On Screen (used to refer to something or someone seen or appearing on a television or computer screen) estuvo presente durante mucho tiempo dando paso a una tendencia que, sin duda, nos benefició. Por ejemplo, el pasado febrero de 2021 Vogue analizó la moda como espejo del momento sociocultural, afirmando que el sector joyero se estaba beneficiando de mejor entorno que otros en un momento como fue el de la pandemia. Y es que, el Zoom Boom consistía en vestirse para una pantalla, mostrando nuestra personalidad de cintura para arriba; claro que en este concepto, la joyería fue el complemento perfecto para elevar un look cómodo (al fin y al cabo seguíamos estando en casa). Estábamos ante un anglosajón que era, al mismo tiempo, un guiño al valor emocional de nuestro sector y, mientras el teletrabajo nos brindó una nueva relación con la moda y los complementos, ahora, en la actualidad, hemos pasado a vestirnos de nuevo de pies a cabeza y la joyería sigue jugando un papel importante. ¿Cómo?. Basta con analizar las tendencias de la temporada en las que los formatos maxi, el brillo del dorado o los colores dan vida a piezas que se cuelan en el joyero y que hemos visto incluso en pasarelas, en influencers y prescriptoras de estilo. Hace pocas semanas hablamos del choker que se había hecho viral en las redes sociales; más allá de la joya en concreto, el mensaje de esta tendencia viral es atender a las nuevas generaciones, las mismas que están despertando su interés por un mundo que se alía con la moda. Aunque el new comfy ha quedado un poco en un segundo plano, la joyería sigue cumpliendo su función de elevar cualquier estilismo y las nuevas generaciones lo están empezando a entender. Quizás el problema real sea “no querer ver” lo que sucede a nuestro alrededor y sacar provecho de este interés creciente. ¿Es que las nuevas generaciones solo quieren comprar bisutería (qué tampoco es un problema) o invertir poco en joyería?. Igual si dedicáramos un tiempo a educar al cliente final, a hacerle entender el valor atemporal de una joya y todo el proceso de diseño, fabricación y producción que hay detrás, invertiría también en joyas de calidad. Quiero decir, el fast fashion sigue presente y se puede decir que este término también afecta a la joyería, sobre todo con la presencia de las redes sociales en las que, a veces, también tenemos que competir con pequeñas marcas que dicen ser joyeras cuando, en realidad, sabemos que no. Pero, lo sabemos nosotros, ¿y el consumidor?. Por ello, muchas veces es más importante la historia que hay detrás que el producto en sí, o los materiales con los que se han diseñado las joyas que la pieza en concreto.
Por otro lado, mientras una industria como la moda crea alianzas y colaboraciones, como Gucci y Adidas recientemente, a veces me pregunto por qué el sector de la joyería no puede hacer lo mismo. Tenemos la cultura, el sentimiento, el valor, el conocimiento… tenemos todo lo que hay tener para diseñar, fabricar, producir y vender. Y podemos crear alianzas, podemos fomentar que cada uno diseñe bajo sus inspiraciones y criterios, sin necesidad de “copiar” lo que otros hacen y así, poner en valor la exclusividad que puede ofrecer una pieza de joyería y como esta se vuelve una segunda piel de la persona que la lleva. Y sin necesidad de crear alianzas, simplemente se trata de un apoyo mutuo.
Y si hablamos de comunicación y de como educar al cliente, que ya mencionamos anteriormente, a veces deberíamos analizar las cosas con otra perspectiva. Por ejemplo, cuando Zara lanza una colección de joyería (y no de bisutería) a veces lo vemos como una amenaza y, en realidad, deberíamos verlo como una oportunidad. Que una empresa como Inditex invierta en el mercado de la joyería supone que existe un interés, si no no habría repetido ya con diferentes colecciones. Y ese interés es el del propio consumidor de Zara, es decir, entre otras, las generaciones más jóvenes. Por no hablar de plataformas como Netflix, de la que siempre hablamos, que realmente se ha convertido en un impresionante escaparate de joyería y muchos de los estilismos de ciertas series tienen a los complementos en un primer plano. Volviendo a la generación más joven, también consideramos una amenaza que nuevas generaciones apuesten por el sector creando nuevas marcas y, en realidad, solo están escribiendo el futuro de la joyería y una nueva era y, muchas de ellas, cuentan con la formación necesaria, el saber hacer, las buenas prácticas, una inspiración propia, un diseño propio y una ilusión por crecer en este sector. Entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de crisis?.