«No consumimos solo prendas, también el relato y los mensajes vinculados a las mismas. Nosotros, vistiéndolas extendemos y participamos de este relato. Las marcas no sólo producen prendas, también historias y experiencias”.
El mundo online, el offline, la llegada viral del metaverso… la línea de negocio, el consumo y los consumidores han cambiado demasiado rápido en tan poco tiempo, sobre todo desde que la pandemia acelerase una transformación en la industria inesperada aunque necesaria al mismo tiempo. Este 2022 llega marcado por la diferenciación y la creatividad, nuevos modelos y líneas de negocio… conocemos que nos depara este nuevo año de la mano de Estel Vilaseca, responsable del área de Moda de LCI Barcelona.
La moda siempre está vinculada con el zeitgeist, el espíritu de la época, y por lo tanto las tendencias siempre reflejan a su manera las complejidades del momento presente, al mismo tiempo que nos dan pistas de lo que ocurrirá en un futuro próximo. Siguiendo esta línea, y tras lo ocurrido con la pandemia, estamos en un momento clave en el que los no sean capaces de surfear el momento pueden quedarse atrás rápidamente.
Como explica Estel Vilaseca, responsable del área de Moda de LCI Barcelona, “la pandemia ha sido un golpe duro en las ventas tradicionales, pero también disparó las ventas online. Por ejemplo, Mango vio reducida su facturación un 22%, pero la mitad de las compras se hacen ya online. El e-commerce en moda se ha disparado y llega casi a un 20% en España. En este sentido, algunas pequeñas y medianas empresas con un modelo de negocio de venta directa por internet, gracias a su flexibilidad, han visto cómo su negocio crecía”. Unos datos que también se reflejaron en el sector de la joyería, ya que aquellas marcas y empresas que ya estaban preparadas para el mundo online fueron testigos de un notable refuerzo durante la pandemia.
La clave está en la capacidad de adaptación a las tendencias de consumo. “La pandemia -explica Estel- no ha supuesto una disminución en el consuno, pero sí un cambio en los hábitos de compra y de relación del consumidor con las prendas”. El comprador está más informado y busca prendas especiales, con una historia relevante, está interesado en el proceso de elaboración de la pieza, en el impacto medioambiental que tendrá, en que sea duradera… por este motivo, hay más interés en marcas de autor, nicho y pequeñas, y también en firmas que apuesten por la sostenibilidad de verdad y en productos de cercanía. Además, como explica Estel, está creciendo muchísimo también el mercado de segunda mano y pre-owned. Y aparecen nuevos modelos, como el alquiler de prendas, y nuevas líneas de negocio como los NTFS y el metaverso.
Ha cambiado nuestra forma de comprar, menos impulsiva y más meditada. “Tras una época de mucha saturación, -explica Estel- es el momento de las prendas especiales y de la cultura de la moda. Por otra parte, diversificamos mucho más, ya no compramos sólo moda rápida: reparamos nuestras prendas favoritas para que duren más, revendemos lo que no usamos en Vinted y con ello nos compramos otra prenda especial en Vestiarie Collective, pagamos a plazos una camisa de autor con nuevas apps como Klarna o Clearpay, buscamos una colaboración especial en Uniqlo, o nos compramos una chaqueta virtual para vestir a nuestro avatar en nuestro videojuego favorito. Por otra parte, no consumimos solo prendas, también el relato y los mensajes vinculados a las mismas. Nosotros, vistiéndolas extendemos y participamos de este relato. Las marcas no sólo producen prendas, también historias y experiencias”.
En cuanto a las tendencias de consumo, en un primer momento, cuando estábamos en casa, se dispararon las ventas de prendas cómodas, versátiles, piezas para estar en casa, pero aptas para una videoconferencia de trabajo. También se detectó una venta mayor en prendas de arriba que de abajo, sobre todo para aquellos que desde la virtualidad no podían huir de códigos de vestir más estrictos; en este momento recordamos como la joyería vivió uno de sus mejores momentos tras hacerse viral la tendencia del ZoomBoom. Las piezas en formato maxi volvieron a ser un deseo ya que eran esas joyas perfectas que ocupaban el plano de una pantalla y que además eran capaces de transmitir nuestra personalidad. Por otro lado, como añade Estel, “tras el confinamiento y con la llegada de la nueva-normalidad se ha visto una explosión de color, en lo que se ha llamado la tendencia del «dopamine dressing», prendas que al vestirlas nos llenen de optimismo y alegría para sobrevivir tiempos inciertos. Estampados psicodélicos, geométricos y con conexiones con la cultura digital, eso sí, en general sin perder la comodidad ganada. Algo que no es la primera vez que ocurre. Ya decía Schiaparelli que «en tiempos difíciles la moda siempre es extravagante». Al final, la moda y la joyería están ahora muy ligadas, por lo que esta tendencia en la moda se puede interpretar en la joyería con el regreso de las piezas maxi, el color, el exceso, el mix&match…
En 2022 veremos como siguen creciendo estas nuevas dinámicas: compra consciente, diferenciación, creatividad, diversidad y, como apunta Estel, “también será muy interesante el diálogo entre la realidad y los metaversos y como el metaverso tendrá también un impacto a nivel estético en el mundo real”.
En cuanto a las perspectivas de crecimiento/económicas del sector en 2022, “aunque las previsiones decían que la recuperación de la industria llegaría en 2022, hay que ser cautos, ya que la variante ómicron nos ha cogido con el pie cambiado”. Pero empresas como Zara han conseguido recuperarse rápidamente con niveles de ganancias superiores a antes de la pandemia. También hay marcas pequeñas que están logrando ganar visibilidad al ser totalmente digitales. En este sentido, será clave ser muy flexible, estar abierto al cambio y conectar con las nuevas necesidades.