Una historia que comenzó cuando Caroline Scheufele, visionaria copresidenta y directora artística de Chopard, presentó una impresionante esmeralda en bruto de 6.225 quilates extraída en Zambia
De un tesoro de la Tierra a una proeza de la Alta Joyería. Chopard, por segunda vez en su historia, ha dado el arriesgado paso de diseñar una colección de Alta Joyería no a partir de un conjunto de piedras preciosas talladas y pulidos, sino a partir de una piedra en bruto. Aunque una iniciativa así es algo inesperado para un joyero, para Chopard representa una garantía de trazabilidad y una oportunidad de colaborar directamente con quienes trabajan al principio de la cadena de valor.
Chopard desvela el último capítulo de la historia de su Esmeralda Insofu, una historia que comenzó cuando Caroline Scheufele, visionaria copresidenta y directora artística de Chopard, presentó una impresionante esmeralda en bruto de 6.225 quilates extraída en Zambia unos años antes, que adquirió y convirtió en una colección de joyas extraordinaria. Un riesgo inaudito, porque a diferencia de un diamante en bruto, cuya talla puede determinarse con precisión científica según una forma y un peso previstos, una esmeralda en bruto sólo revela su potencial al pasar por un proceso de corte tan aleatorio como delicado. Tras reunir en Ginebra a los mejores artesanos lapidarios de la India y tras una tarea muy compleja que llevó casi un año, la Esmeralda Insofu produjo, en este primer capítulo, 850 quilates de esmeraldas talladas excepcionales.


Este año, Chopard desvela un nuevo capítulo con 15 nuevas creaciones de Alta Joyería entre las que destacan elegantes gargantillas de inspiración Art Déco, largos collares que caen hasta la cintura con toda la audacia de los locos años veinte; un brazalete; imponentes anillos de cóctel y suntuosos pendientes. La extravagancia de esta época, tan hábilmente transcrita por Francis Scott Fitzgerald en su obra maestra El Gran Gatsby (1925), encuentra su expresión perfecta en un conjunto único de cuatro collares que ofrecen infinitas posibilidades de uso. El corazón de este conjunto es una gargantilla de diamantes engastada con una vibrante esmeralda de talla cuadrada de 2,50 quilates. Se complementa con elegancia con un segundo collar adornado con zafiros rosas y esmeraldas, de las cuales, la más increíble, de forma octogonal, pesa 15,53 quilates. Un largo collar, entrelazado de esmeraldas, perlas y diamantes, aporta un toque de fluidez a través de su cautivadora armonía de texturas y colores. Y, por último, un delicado collar largo de perlas rosas completa suavemente este extraordinario conjunto y equilibra perfectamente las piezas más atrevidas.



La trazabilidad: un logro sostenible
Una colección que además sigue allanando el camino de la responsabilidad social mediante el uso de
Provenance Proof’s Emerald Paternity Test desarrollado por el Gübelin Gem Lab, un método innovador que consiste en inyectar unas nanopartículas en las fisuras naturales de la piedra en bruto, que permanecerán intactas, incluso después de la talla y el pulido. Esta marca es permanente y permite identificar la piedra a lo largo de toda su vida, incluso al cabo de varias décadas, un simple examen ofrecerá la posibilidad de vincular la joya con la piedra en bruto original, salvaguardando un vínculo ininterrumpido con su origen exacto.
«La trazabilidad es más que un progreso técnico, es un avance ético», explica Caroline Scheufele. «La colección Insofu refleja nuestra convicción de que la verdadera belleza es el resultado de un compromiso sincero con las personas y las prácticas éticas«.