El Museo Nacional de Historia Natural de Francia y la Escuela de Artes de la Joyería de Van Cleef & Arpels, tras años de investigación, han reconstituido veinte diamantes excepcionales que el negociante francés, Jean-Baptiste Tavernier le vendió al Rey Sol.
Jean-Baptiste Tavernier fue un negociante y un gran viajero francés, que trajo del Oriente a Europa una cantidad extraordinaria de objetos maravillosos, como seda y piedras preciosas.
«Cuando Jean-Baptiste Tavernier regresó de su sexto y último viaje, que duró unos cuatro años, trajo textiles y otros productos maravillosos que inspiraron el gusto por el oriente en el siglo 17. Había también un cofre que contenía 1000 piedras preciosas. Entre ellas había 20 gemas excepcionales», explica Marie Vallanet-Delhom, presidenta de la Escuela de Artes en la Joyería. «Tavernier, que ya tenía relaciones comerciales con la corona, propuso ese tesoro al rey de Francia. En esa época Luis XIV tenía 33 años, era joven, sentía una gran pasión por las piedras y sabía mucho sobre ellas. Lasamaba como un naturalista, no para engastarlas sino para admirarlas», añade. «Cuando Luis XIV compró las piedras entre las que estaban esos diamantes, pagó el equivalente del 20% del presupuesto anual de Francia. ¡Una suma considerable!, precisa Vallanet-Delhom.
Y entonces comenzó la historia
Estas piedras se encuentran hoy en día en el museo del Louvre, en París. Entre ellas se encuentra un diamante azul, que por aquel entonces todavía no era tan apreciado como ahora; hasta que el rey de dio cuenta del gran valor mineralógico inestimable que tenían estos diamantes azules, y dedico entonces guardarlos en el cofre de la corona, junto con las otras 19 piedras excepcionales.
A finales del siglo 18, durante la revolución francesa, el guardamuebles fue saqueado tres noches seguidas y las piedras desaparecieron. Más tarde la policía encontró todas las piezas, salvo el diamante azul puesto que uno de los ladrones se lo había llevado a Inglaterra. Ese diamante fue tallado nuevamente para impedir su identificación y ahora tiene un nuevo destino.
Las demás gemas que reintegraron el guardamuebles nacional, fueron vendidas por el gobierno ya que necesitaba dinero y además, quería borrar todos los recuerdos de la monarquía y esas piedras simbolizaban el poder real. Las piedras fueron entonces subastadas y dispersadas.
«No sabemos dónde están. En todo caso, en la forma que tienen las réplicas que tenemos aquí en la Escuela ya no existen. De eso estamos seguros. Espero que existan aun con otra forma con otro tallado», lamenta la presidenta de la Escuela de Artes de la Joyería de Van Cleef & Arpels.
Gracias a un grabado publicado por Tavernier en uno de sus libros, el Museo de Ciencias Naturales y la Escuela de Artes de la Joyería lograron reproducir los veinte diamantes.
“Cuando estudiamos de cerca ese grabado nos percatamos que había sido realizado por Abraham Bosse, grabador naturalista cuyo trabajo era muy preciso. Hicimos cálculos sobre el grabado y todo estaba perfectamente calculado, según el tamaño de cada piedra», explica François Farge, profesor de Mineralogía, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.
«Sobre esa base, reprodujimos en la computadora todos esos diamantes con sus colores. El gran tallador canadiense, Patrick Dubuc, especialista en tallas antiguas, reprodujo esos diamantes como eran en el siglo 17, pero que lamentablemente desaparecieron en los avatares de la historia», concluye François Farge.