«La peste» narrada por Albert Camus. Fue un libro de adolescencia para muchos baby boom. Hoy en día se nos presenta más próximo por lo que el COVID-19 ha terciado sobre las diversas generaciones que comparten nube. Una realidad a apuntar. Afirman que el 35% de tiendas y restaurantes en BCN va a cerrar.
El libro «La peste» de Albert Camus nos muestra a la ciudad confinada de Orán por una peste bubónica en la década de los 40, en un paralelismo metafórico de lo que significó la ocupación nazi en Francia. Pero «La peste» nos habla de algo más allá. El prólogo del «vivir por vivir», del que te das cuenta cuando pierdes la monotonía de antaño; el de la euforia y solidaridad de que lo superaremos juntos; el de las víctimas que luego empiezan a recontarse; el de esto no acaba; el del correr de los días sin saber a ciencia cierta cuando esta carrera acabará; de que una buena mañana la ciudad confinada abre sus puertas…, sin entender evidencias ni certezas de las que tanto nos hablan hoy los políticos. Simplemente, que el engranaje vuelve a ponerse en marcha, chirriando.
Y a vivir de nuevo, que de nuevo son dos días. Con esperanza, y el volver a creer en el ser humano. «En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio», se cita a Albert Camus. Pues sí, «a pesar del Gobierno…». A pesar de que nuestra libertad personal sea sacrificada en pos del objetivo colectivo, sin saber si ese objetivo es tan colectivo y cuál será su futuro. Y si al igual sacrificas tu libertad, la tuya, incluso la de echar cuentas, para no luchar. Y no me acuerdo si en el libro prohiben las rebajas.
Y en clave personal, ¿qué nos puede enseñar? Que aprendemos a convivir con la apatía y sin ella, sea cual sea su forma, con peste y sin ella… Pero también a creer en nosotros mismos, algún día. Se trata de recordar esta genial obra de Camus al hilo de lo que el COVID-19 vuelve a evidenciar. En la confinada ciudad de BCN, según una encuesta de Barcelona Oberta, el 35% de las tiendas y restaurantes de los ejes más visitados no reabrirá sus puertas en Barcelona. Lo adelantaba La Vanguardia ayer.
Y lo dicho a título reflexivo, en paralelismo con la obra de Camus. Basta irse a Barcelona Oberta y sus noticias: «Los empresarios y comerciantes de Barcelona Oberta se vuelcan en acciones solidarias en la lucha contra el COVID-19», «Establecimientos abiertos durante el confinamiento»… Optimismo en la primera fase de una crisis (fase 0 gubernamental) que choca con la realidad de la segunda (en este caso, el catalán, la medio 0 o 0,5). Alrededor del 35% de establecimientos de la ciudad condal no volverán ni a abrir ni a echar persianas, según esta asociación de comerciantes.
Estamos hablando de zonas emblemáticas de la ciudad. como Sants, el Raval… pequeños establecimientos en su mayoría; bares sí, pero también negocios de toda índole que daban vida y flujo económico a la ciudad. Una ciudad todavía ahora confinada y que se dispondrá a medio descongelarse de cara al lunes próximo 18 de mayo.
Y mientras tanto, paradojas del destino, en la «milla de oro» de Madrid, el barrio con la renta más alta de la capital y con sus boutiques más de lujo, se suman las caceroladas y algún que otro conato de revuelta contra las medidas propugnadas por el Gobierno esta semana, entre ellas la de las controvertidas y remeneadas rebajas… Contrasta esta protesta pija en medio de otra urbe confinada. Camus también habló de ello… Y es que tan humana es la rebeldía como la claudicación.
Lo primero, a ver si logramos con convicción personal, sectorial y social que nuestras persianas salgan del 0 aunque sea a medio gas, porque si esperamos al Estado… solo nos quedará, cuando llegue, la renta mínima vital.
Moraleja: Como dijo Albert Camus, queremos pensar que «En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio». Hablamos con el JORGC, el Col.legi de Catalunya, y les preguntamos por este 35% de cierres leído en La Vanguardia, y si se pueden extrapolar a nuestro sector, el joyero-relojero. Nos responde Roman Pallarés, presidente de la sección de Comercio: «Es un tanto prematuro para poner porcentajes a este sector. Yo creo que los que estaban simplemente aguantando o esperando la jubilación, ahora con esto van a cerrar y ya no les preocupa. Pero hace falta desconfinarse en total para tener tiempo y datos para redifinir la situación». Afirman en el JORGC que, «menos un caso en concreto, todavía no nos ha dicho un colegiado tiro la toalla». Realmente estamos a ciegas ante lo que vendrá, es una obviedad que alguna tienda no va a abrir, pero… quién sabe, porque ganas e ilusión tampoco nos faltan. Afirma Pallarés lo que todos estamos pensando, aunque no lleguemos a ese lacerante 35%: «En un mes inactivo, uno puede encontrarse con más o menos problemas, pero nadie cierra; en dos meses, empieza a preocuparse; pero si vuelve a activarse un confinamiento los porcentajes se duplicarán. Aunque no me atrevo a dar números, puede duplicarse lo que ha pasado ahora». Y otra evidencia es que, en general, todos hemos ido trampeando, con ayudas o sin ellas. «Pero la realidad nos va a cambiar la manera de funcionar. Sobre todo a los que queramos continuar. Vamos a tener que hacer cosas que no hacíamos antes. Casi llegas a la conclusión que vas tarde para el contacto con el cliente de una forma digital, y esta va a ser imprescindible». Y cerramos con un mensaje en positivo, hasta Román conoce a algún cliente que se lo ha tomado con estoicismo. Le decía un muy buen cliente que hasta después del verano no abría, «no quiero problemas». Y este no va a tirar, ni por asomo, la toalla. Pero claro, todo depende del estado económico, de la solvencia del negocio… La gente hace números.
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