Una reflexión y un llamamiento
Shein vs sostenibilidad, Shein vs joyería. Dos mundos totalmente diferentes pero que guardan una pequeña relación entre sí si hablamos de futuro y de consumidor. El fenómeno Shein es la expresión más escuchada en los últimos meses, quizás porque muchos no conseguimos entender el éxito de este e-commerce que, más allá de buenas prácticas, se aleja por completo de estilo, personalidad, calidad y un sin fin más de características. ¿Qué tiene que ver Shein con el mundo de la joyería? (porque no es que queramos darle más protagonismo del que ya está teniendo). El consumidor y la forma en la que le educamos.
Shein es hoy una compañía billonaria y su éxito ha dado lugar al nacimiento del ultra-fast fashion en las redes sociales, a pesar del esperado acuerdo a nivel europeo para aspirar a un mercado más amable con el medio ambiente. Un hecho que parece todavía lejano a pesar de como, tanto en la industria de la moda como en el sector de la joyería y relojería, se hace eco de la sostenibilidad una y otra vez. Recordamos que las últimas ferias especializadas en el sector tenían como tema protagonista la sostenibilidad y las buenas prácticas en el mundo joyero. Pero, vayamos por partes.
El ultra fast-fashion se enfrenta con el low cost y la transformación sostenible que el mundo quiere ejercer desde hace años y, suena raro si tenemos en cuenta que eran precisamente las nuevas generaciones quienes clamaban por un futuro más sostenible. Un círculo entre la moda ultrarrápida, las plataformas sociales y las nuevas generaciones que parece no tener final. O sí. Bussiness of Fashion afirmaba hace unos días que “en las encuestas, la generación Z suele ser la más preocupada por el medio ambiente, pero también la que tiene más probabilidades de comprar moda rápida. En algún punto, se debe elegir un bando”.
Aunque sean las generaciones más jóvenes las preocupadas por el medio ambiente, está claro que la tentación en redes sociales lo pone a veces un poco complicado. Sobre todo cuando hablamos de jóvenes que todavía no entienden todo lo que hay detrás de una producción local y sostenible. En ocasiones, la cantidad todavía prima más que la calidad aunque, por suerte, en el mundo de la joyería esto es algo diferente. La calidad y el valor van de la mano en nuestra industria y esto es algo que llevamos (o, por lo menos, deberíamos) transmitiendo al consumidor final desde hace tiempo. Para muchas marcas, las redes sociales se han convertido en el perfecto escaparate para mostrar no solo el producto, si no quién está detrás y cómo surge cada joya. Un hecho que también se viraliza y que encamina el futuro de nuestro sector hacia las generaciones más jóvenes.
Al mismo tiempo, el consumidor también es consciente de que detrás de un producto tan barato como puede ser el de Shein, no existe ética, ni sostenibilidad. Ni siquiera calidad. Lo mismo ocurre con el fenómeno de la joyería que vimos nacer a raíz del boom de las redes sociales: esas marcas sin historia ni alma que, evidentemente, ni diseñan, ni producen, ni fabrican. Compran y re-venden a un precio demasiado barato.
¿El futuro? Continuar educando al consumidor final cueste lo que cueste. Un llamamiento para que el sector joyero y relojero continúe apostando por las buenas prácticas, por el slow fashion, por la sostenibilidad, por la transparencia… Al final, el consumidor es capaz de cambiar sus hábitos en un periodo de tiempo tan corto y rápido que el futuro puede estar más en nuestra mano que en la de otros. Podría ser un futuro sostenible lento y lejano, pero, sin duda, puede ser realidad. Y, más allá de la sostenibilidad, este llamamiento es, al mismo tiempo, una forma de hacer entender al cliente que una joya no es cara cuando se conoce todo lo que hay detrás.
El primer cambio lo hemos vivido; el consumidor empezó a consumir de una forma más responsable tras la pandemia, valorando tanto el qué como el a quién y, a pesar de que el ultra fast fashion se convierta en un fenómeno, puede ser temporal. Volviendo al sector joyero, cada vez son más las marcas y empresas que se unen a un camino más transparente y ético, ofreciendo productos de calidad y con valores importantes. En ocasiones creemos que para cambiar del fast fashion al slow fashion es el cliente quien tiene que dar ese paso, apostando por marcas con buenas etiquetas pero, desde mi punto de vista, creo que tanto cliente como marca pueden ir de la mano.
-Foto de portada: Luzz Diamonds–