Glenda López es la joven diseñadora que llega al sector de la joyería para romper con todo lo establecido. Sin reglas, sin normas, el mundo de Glenda gira en torno a lo que sucede en la calle, a la moda, y a un target de público donde personalidades como Rosalía o Young Beef se sienten identificados. Tuvimos la oportunidad de conocerla, a ella y a su manera de trabajar, transmitiéndonos una energía y una pasión donde moda y joyería se fusionan.
¿Quién es Glenda López y como se inicia en el mundo de la joyería?
Soy una diseñadora de 30 años nacida en Madrid y de orígenes cordobeses; quizás de estos orígenes es de donde me viene la influencia joyera. Estudié en el parque joyero de Córdoba, aunque desde el principio tuve claro que quería darle un nuevo enfoque a todo lo que había aprendido. Por eso, hace 10 años que cree esta firma, con el propósito de hacer joyería de moda pero de calidad, alejándome de la bisutería.
¿Cómo encuentras ese equilibrio entre el significado de la joya de toda la vida y un producto que se acerque a la moda?
Es complicado, porque quieres hacer algo temporal pero al mismo tiempo que sea tendencia, por lo que creo que ese equilibrio se encuentra en hacer las cosas bien. Al final la clave es la calidad y el buen diseño, nutrirnos de lo que está pasando en la moda y diseñarlo a partir de buenos materiales. Por ejemplo, Balenciaga ha sacado unas zapatillas de 900 euros que ahora mismo son tendencia, pero estoy segura de que dentro de tres años nos habremos olvidado de ellas, ¿pero y quién sabe si dentro de seis años volverán a llevarse?. Estamos en un momento de muchos cambios y, sobre todo, la influencia de la compra online está haciendo que todo vaya más rápido todavía, por eso, tenemos que pararnos a pensar cuál es nuestro lugar.
Si tuvieras que describir tu marca en pocas palabras ¿cómo sería?
Mi marca es lo más parecido a lo que soy yo, aventurera, sin miedo a sobrepasar las barreras, una persona inquieta con la mente puesta en lo que pasa en la calle, más que en lo que pueda pasar en un estudio. Así es que mis diseños nacen antes en la calle que en el taller, porque me imagino desde un principio como serían las cosas. Al mismo tiempo, también me gusta contar historias por eso me imagino la historia de cada colección, me gusta contar algo a través de cada pieza que diseño. Las joyas delicadas, de calidad y precisas también definen mi marca, así como la constante evolución en la que se encuentra.
A la hora de crear tus colecciones, ¿en qué te inspiras? ¿influyen mucho las tendencias del momento a la hora de diseñar?
Lo que más me inspira es la calle, ver como se viste la gente; creo que es fundamental estar ahí y ver lo que viene, tanto en un hombre como en una mujer y apreciar bien como usan los accesorios; ver como evolucionan los accesorios en la indumentaria del día a día y conocer que tipo de joya le gustaría llevar a la gente. Puedo centrarme en ofrecer un producto de último diseño, pero arriesgarme a que nadie lo quiera llevar porque no es lo que están buscando, por eso, para la mi la calve está en la calle. Para mi última colección me inspire en la construcción y la industria de grandes ciudades como Tokio o Japón, que están siempre evolucionando, siempre hay alguna obra en cualquier parte de la ciudad. A esto le sumo la nostalgia de las joyas antiguas, ya que me gusta encontrar esa mezcla entre el ahora y el pasado.
¿Y qué materiales utilizas?
Plata, plata bañada en oro y en piezas personalizadas también utilizo el oro de 18k.
Hace poco vimos que personalidades como Rosalía y Young Beef llevaban tus joyas, ¿como definirías a tu público objetivo?
Me gusta mucho vestir a estos dos perfiles, porque ellos también me inspiran a mi ya que tienen un estilo que viene de la cultura americana, los creadores de la joyería bling bling. Este es el target al que nosotros llegamos, una persona joven que experimenta y crea tendencias; por supuesto que también las lleva, pero sobre todo eso, las crea. Buscamos siempre gente que se salga de la norma, que quiera divertirse con sus accesorios y que arriesgue.
¿Qué opinas de las nuevas generaciones y su cada vez más creciente interés por este sector?
Es muy positivo y creo que ya era el momento. Todavía hay muchas cosas por hacer en distintos segmentos, no solo en la fashion jewelry, si no que también en la bisutería o en la alta joyería; me falta ver alguien que experimente en la alta joyería, supongo que no lo hacen por miedo. Tenemos mucha tradición joyera en España, y desde que yo empecé en esta industria se ha visto muy menguado el sector, ya que la producción china está haciendo mucho daño. Al final se trata de ofrecer creatividad, no solo el diseño basta, si no que el concepto, lo que hay detrás y todo lo que le cuentas al público es también muy importante.
Estoy deseando ver cosas nuevas que nutran al sector, porque tenemos grandes marcas muy industrializadas, como Aristocrazy, o también marcas de autor como Isidoro Fernández, pero me sigue faltando algo nuevo y diferente.
¿Cómo crees que deberían las marcas tradicionales acercarse a este nuevo consumidor?
Cada caso es un mundo, pero lo fundamental es entender el contexto social en el que nos encontramos y definir exactamente que es lo que queremos transmitir. El fallo que tenemos es que ofrecemos cosas sin empaquetar, no hay una propuesta original detrás. También tenemos que entender que la relación entre la joyería y la moda existe y, además, debe de existir; es vital entender el momento que estamos viviendo ahora mismo tanto social, como en la moda.
¿Cómo debería ser el futuro de la joyería para ti?
En mi mente me lo imagino con muchas marcas y cada una con su propio discurso, con pequeñas producciones y bien cuidadas, centrándose en proyectos sostenibles. Yo apuesto por eso, al final las grandes producciones traen ese problema, que todo se industrializa y un trabajo artesanal pierde su esencia. El cliente también es muy importante, hay que cuidarlo y mantener una relación estrecha. Por otro lado, el servicio de personalización es algo que también tenemos que potenciar, sin la necesidad de competir entre nosotros.
Beatriz Badás Álvarez