“Hemos demostrado su realidad, confío que el tiempo hará el resto”
Sin la técnica del electroforming sería imposible obtener piezas de metal huecas y sin soldaduras. Para explicar esta técnica con todo tipo de detalles, Petra Marín, directora editorial de Contraste, entrevista a Octavi Sardà, de la saga Sardà, pioneros en la técnica.
Octavi, que representa a la segunda generación de los pioneros en la introducción del electroforming a nivel mundial desde su taller barcelonés el pasado siglo, nos relata una preciosa historia que demuestra que tras una técnica, en apariencia fría (aunque de espectaculares resultados), hay muchos sentimientos. Él nos cuenta que siempre recordará una frase de Aldo Gucci escrita en la pared de su central de compras: “Quality is remembered long after price is forgotten” (La calidad se recuerda mucho después de que se olvida el precio). Pues eso, que el electroforming sea así recordado y continuado… Feliz lectura!!!

Ustedes fueron pioneros en la introducción del electroforming en el sector en los años 90. ¿Cómo se llegó históricamente a ello y qué implicó su aparición a nivel comercial tanto en España como fuera de sus fronteras?
Efectivamente, ya en el año 1984, por nuestra experiencia en galvá- nica de metales preciosos, supimos que unos baños nuevos se utilizaban para la fabricación de chips impresos en electrónica. Los presentaba un proveedor habitual, OXI, empresa hispano-americana con sede en Barcelona. Si aquello funcionaba para piezas tan pequeñas y con tanta precisión, pensamos que podíamos llevarlo a nuestro terreno, la joyería.
Desarrollamos equipos de mayor tamaño, buscamos componentes por toda Europa, ajustamos la química de los baños, colaborando muy estrechamente hasta convertirlo en realidad. Además, el azar que siempre está presente, quiso que conociéramos al Sr. Avelino, químico de profesión, que sumó esfuerzos y me orientó en el producto adecuado que debía servir de base.
Con la base, el equipo y los baños adecuados podíamos por primera vez depositar por vía galvánica oro o plata sobre un material termofusible, con el grueso deseado, sin ningún límite.
Rompimos con el concepto de la joya clásica, hermosa por delante, pero con un envés nada estético. Ahora podíamos realizar piezas en 3D, pequeñas esculturas, huecas, ligeras, bellas. El diseño encontró un campo ilimitado de formas, y las colecciones se sucedían a un ritmo de vértigo.
Como en tantas ocasiones, nadie es profeta en su tierra. Tuvimos que presentarlo en ferias internacionales para que se reconociera tiempo más tarde en España.
¿Cómo afectó el devenir a su empresa familiar?
En el año 82 hubo el primer gobierno socialista en España. Empezó la transformación del país y la famosa reconversión industrial, con todos sus aciertos y errores… La “genialidad” de subir el entonces ITE ( Impuesto Trafico de Empresas, actual IVA ) al 28 % para todos los sectores de lujo, joyería, peletería, náutica, perfumería, etc. sirvió, como los gremios pronosticaron a la Administración, para sumergir al sector.
La facturación oficial cayó a mínimos en pocos años, y a la vez asistimos a una invasión de producto, especialmente desde Italia, más competitivo. El combinado fue explosivo para las empresas nacionales. Pasamos de ser industriales joyeros a velar por las finanzas toda la jornada.
El resultado está a la vista. España perdió un pabellón dignísimo de empresas exportadoras que asistían a las mejores ferias internacionales. Nuestra empresa no fue la excepción. Por su tamaño, sufrió todos aquellos avatares con mayor intensidad. Resistimos hasta el año 92, gracias a la exportación y al electroforming, pero después de una década de UVI, decidimos desconectar.
¿En qué consiste realmente la técnica del electroforming?
En resumen, se trata de depositar por electrólisis metal precioso sobre un núcleo, una forma original termofusible. Controlamos la capa, el grueso del depósito que se mide en micras, y por tanto podemos calcular el peso deseado de cada pieza.
Terminado el proceso galvánico, eliminamos por temperatura el núcleo por un orificio, y en el caso del oro sometemos las piezas a un tratamiento térmico. Es una curva de calor que realizamos dentro de un horno y que devuelve las propiedades físicas al metal depositado. Sin este tratamiento, el oro rompe como un cristal.
Seguidamente se introduce ácido nítrico en el interior de cada pieza para asegurar la limpieza interior, y por tanto mantener el título frente a un análisis. Quedan tan solo los trabajos propios del oficio, solda- duras, engastes y pulido de cada pieza hasta su acabado final.
¿Qué lo diferencia del chapado y del mismo bilaminado que provocó tanta controversia en el sector?
El chapado comparte el mismo principio, depositar un metal precioso por electrólisis sobre una pieza, pero tiene un límite de aplicación según el baño. No podemos seguir depositando micras indefinidamente. El baño de chapado no permite gruesos suficientes para realizar piezas huecas con resistencia suficiente para uso normal.
El bilaminado, en cambio, se realiza por medios mecánicos. Aplicamos una lámina de metal precioso sobre otra que no lo es. Trabajamos con metales sólidos, no hay baños.
¿Cómo se calcula el grosor que ha de tener el metal de una pieza para que no se deforme?
Cada modelo, según su forma, presenta mayor o menor resis- tencia a la deformación. No es lo mismo una esfera que es una estructura resistente, más aún si la gallonamos, que una pieza de caras planas. La experiencia nos da éste conocimiento para encontrar el equilibrio a cada modelo, sin olvidar que el peso es un factor de calidad. Nunca el electroforming debe asociarse a pieza barata, basta con aumentar su peso para evitar reclamaciones.
Suponemos les salieron competidores. Usted comentó que los italianos fueron a la baja… al límite. ¿Qué ocurrió exactamente?
Italia era entonces el primer productor de joyería del mundo, y tecnológicamente el más avanzado. Este avance abrió los ojos a muchas empresas, que lo entendieron y se lanzaron sin dudarlo. La competencia espoleó la bajada de precios; eran ya líderes en el oro al peso. Fabricamos entonces para algunas prestigiosas marcas, pero mucho volumen con poco margen no tiene futuro. Todavía recuerdo una frase de Aldo Gucci escrita en la pared de su central de compras: “Quality is remembered long after price is forgotten”. Optamos por la calidad; la cantidad al fin se la pelearon otros.
Nos consta que ustedes exportaron a Suiza, Japón, Emiratos Árabes… ¿Cómo entraba este tipo de género para que cumpliera la ley estatal de los mismos?
Este fue nuestro mayor desafío, ganar los mercados más exigentes; era la prueba inequívoca de que el producto tenía futuro. En aquella época los análisis se hacían por cupelación, no había posibilidad de error, y sí, superamos todos los controles durante años. Japón fue nuestro mayor y mejor destino, por aquello de la fidelidad, la sensibilidad y la educación. Tengo muy buenos recuerdos de aquellos viajes.
¿Ustedes están vendiendo en la actualidad esta tecnología a otras empresas? ¿Qué mantienen en secreto o qué los diferencia para no tener competencia en este sentido?
Hemos realizado colaboraciones con algunas empresas nacionales y extranjeras, sin secretos, a fondo, con la satisfacción de ver como mejoran su calidad y su producto.
Al fin y al cabo, el dinero nunca se queda, los objetos sí. Espero que con los años alguien admire alguna pieza como hoy admiramos algo de la Edad de Bronce, con misterio, no importa quién la hizo, sino cómo la hizo.
También sabemos que han trabajado para escultores y otros artistas que han usado el electroforming para sus obras….
Hemos desarrollado trabajos de escultura, trofeos deportivos, objetos de decoración, regalo insti- tucional, etc. Es una manera de hacer, una técnica más, como lo es la fundición, la estampación o el 3D, con sus ventajas y sus límites. Hemos demostrado su realidad, confío que el tiempo hará el resto.
Reportaje completo en Contraste Marzo.