Un profesional y una gran persona, un amigo de sus clientes.
Algunos días nos llegan noticias que nos hacen repasar la historia de nuestra vida en el sector; porque de verdad hay personas que pasan por la vida y otras que la vida pasa por ellas. Eugenio Pallarés fue una persona que podemos decir que ni pasó por la vida de nuestro sector, ni la vida pasó por él.
En el sector joyero-relojero, se inmortalizó para siempre. Nos debemos preguntar ¿qué sería de nuestros establecimientos sin la aportación de este tan querido y respetado Eugenio Pallarés?. Podremos asegurar que fue el que innovó y trajo la modernidad a nuestros establecimientos. Sin él, todo hubiera sido diferente.
Me atrevo a decir que queda inmortalizado para siempre; el legado y la huella que deja es tan grande, que a nadie se le ocurre despedirlo para siempre. Seguirá vinculado a nosotros más allá del tiempo y el espacio. Y los que tuvimos la suerte de tratarlo y conocerlo a fondo, podemos afirmar que, a pesar de su ausencia física, siguen siendo un profesional y una gran persona, un amigo de sus clientes.
En todo lo que tocaba, decía o hacía, imprimía carácter. Cicerón nos decía «la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos«; y San Lucas nos recuerda «no busquéis entre los muertos al que está vivo«.
Eugenio Pallarés fué ejemplo de ello. Lo hizo y con creces. Y no fué lo que los demás querían que fuera, sino que fué lo que decidió ser; actuó creyendo tomar la mejor decisión y nunca dejó de avanzar. Llenaba de entusiasmo aquello en lo que creía y hacía. La eternidad le tiene que recompensar con intensidad todo lo bueno que ha hecho en esta vida. Para los creyentes, sabemos que Dios utiliza la muerte para mostrarnos la importancia de la vida; en nuestro sector fue muy valiente, puso cada cosa en su lugar y dio siempre lo mejor de sí. Siempre tenía presente el lenguaje del entusiasmo y su decisión era cumplir el destino. Él ya recorrió su camino y está en la otra orilla. Que desde allí nos proteja y guíe a los que aquí quedamos.
Descanse en Paz.